HOMILÍA DOMINGO III DEL T.P. (FRANCESC JORDANA)

Queridos hermanos y hermanas,

Estamos viviendo y celebrando el tercer domingo de Pascua, y el evangelio nos relata la tercera aparición de Jesús resucitado. Dice el evangelista: “Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos”.


Lo que pasó en esta escena del evangelio, queremos que también nos pase hoy, a nosotros, en esta celebración. Nosotros participamos en esta eucaristía con el deseo, con la esperanza, de que Cristo resucitado nos hable también a nosotros, como lo hizo hace dos mil años a  sus discípulos, y podamos vivir un encuentro con su persona, como hicieron los discípulos ahora hace dos mil años. Encuentro, que como pasó a los discípulos, cambia nuestras vidas.

¡Jesucristo con la eucaristía nos ha hecho un regalo maravilloso! No podemos prescindir de la eucaristía,  nuestra vida cristiana brota de la eucaristía. En la escena que hemos contemplado hoy, encontramos algunas referencias eucarísticas:

A) Los discípulos están en la barca pescando y en medio de las dificultades y los esfuerzos del trabajo, Jesús se aparece y los alimenta. Nuestra eucaristía dominical es también esto: después de una semana de trabajo, donde hay dificultades, esfuerzos, alegrías, tristezas, participamos de la eucaristía donde el Señor se hace presente y nos alimenta. ¡¡Y como a los discípulos, esto a nosotros nos cambia la vida!!
 ¿Los discípulos esperaban la aparición de Jesús? Pienso que sí, ¡seguro que sí! También la eucaristía ha de ser esperada y deseada. Porque en ella hay una presencia: la de Jesús Resucitado. ¡Qué regalo tan maravilloso nos ha hecho Jesucristo con la eucaristía!

B) Hay más referencias eucarísticas: Hoy, Juan el discípulo amado dice: “Es el Señor”. Nosotros cuando escuchamos la Palabra de Dios, también hemos de pensar: “Es el Señor quien habla”, por esto, el sacerdote, después de leer el evangelio dice: “Palabra del Señor”. Después de la consagración, es necesario que vivamos aquel momento, con esta conciencia de que Jesucristo resucitado se ha hecho presente. “Es el Señor quien se ha hecho presente”. Y su presencia es una presencia transformante (que transforma), vivificante (que da vida), divinizante (que diviniza).

¡Qué regalo tan maravilloso nos ha hecho Jesucristo en la eucaristía!

Hoy en el ofertorio cantaremos:
¡¡¡Es el Señor quien me ha dado la vida.
Es el Señor quien me llama por mi nombre.
Es el Señor quien nunca me abandona,
la alegría de mi corazón es el Señor!!!

Una idea respecto a la primera lectura, y lo hago citando una homilía del papa Francisco: “En la Primera Lectura llama la atención la fuerza de Pedro y los demás Apóstoles. Al mandato de permanecer en silencio, de no seguir enseñando en el nombre de Jesús, de no anunciar más su mensaje, ellos responden claramente: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». Y no los detiene ni siquiera el ser azotados, ultrajados y encarcelados. Pedro y los Apóstoles anuncian con audacia, con parresia, aquello que han recibido, el Evangelio de Jesús.” Y a partir de estos hechos, el papa Francisco nos interpela: “Y nosotros, ¿somos capaces de llevar la Palabra de Dios a nuestros ambientes de vida? ¿Sabemos hablar de Cristo, de lo que representa para nosotros, en familia, con los que forman parte de nuestra vida cotidiana? La fe nace de la escucha, y se refuerza con el anuncio.


Si cada domingo escuchamos al Señor y entramos en comunión con su persona, esto nos va transformando poco a poco, también nosotros podremos llevar a Jesús a nuestros ambientes. Todo queda resumido en la frase: “La fe nace de la escucha, y se refuerza con el anuncio”. Amén.

Francesc Jordana



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