EL MARTIRIO DE MARIA
Si hay una persona exenta de pecado es
precisamente la Madre de Jesús, la concebida sin mancha de pecado original.
Sin
embargo, toda la historia de María fue una constante prueba de dolor. Desde el
anuncio del Ángel, hasta el momento de la crucifixión y muerte de su Hijo.
La
bendita y bienaventurada entre todas las mujeres fue herida por la espada del
dolor, según expresión del anciano Simeón, a los cuarenta días del nacimiento
de Jesús.
En la
cotidianidad de Nazaret, María vivió el sufrimiento de saber el origen de su
Hijo a la vez que lo veía en todo semejante a los demás.
La piedad
popular venera los Siete Dolores de María. Con ello se significa el continuo
crisol al que fue sometida la amada de Dios.
Si hay un
momento recio, en el que la Virgen se nos mostró testigo fiel de su Hijo, fue
al pie de la Cruz. Su permanencia junto al Crucificado le valió el título de
Corredentora.
Hoy es
día de consolar a María y de sentirnos acompañados por su actitud silenciosa,
amorosa y dolorida.
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