La pregunta del millon
La pregunta
está dirigida, -lector amigo-, personalmente a ti. Y a mí también.
Porque tú y yo somos bautizados. Creyentes en Cristo, por tanto.
Seguramente también “practicantes”. Que vas a misa, ¡más o
menos!
Que rezas
algo, ¡tal vez! Que te dices y sientes católico o en buena relación
con no pocos católicos entre familiares y amigos.
¿Crees,
-creemos-, que Jesucristo es tu vida, de todos nosotros los
bautizados?
O lo que
piensas, -pensamos, si es que lo pensamos-, es que Jesucristo ¡está
bien!, fue alguien importante, está en Evangelio y sería bonito que
se pudiera vivir. Pero, la vida es como es, y la fe hay que vivirla
hoy como se pueda en circunstancias bien distintas y cambiantes.
Pensamos
en definitiva que Jesucristo, el Evangelio, es algo lejano e
imposible de concretar hoy. ¡Vivir al estilo de Jesús, los
santos seguramente! Pero esos son algunos: yo, -nosotros-, no tenemos
madera de santo. Y así y ahora nos encontramos con una fe
diluida; con una vida cristiana que tiene muy poquito de Cristo.
Por eso,
para ti y para mí, católicos, la pregunta es: En tu vida y en la
mía, ¿dónde está Jesucristo? En tu vida y en la mía, ¿quién ve
a Jesucristo? Es urgente re-aprender a ser y hacer como Jesús.
Esto no
tendría que ser una novedad. En el bautismo fuimos hechos otros Él.
Recibimos todo lo necesario para vivir como Él. Pero no lo hemos
practicado, o muy poco, y le hemos olvidado. Nos hemos quedado con
algunas verdades aprendidas de memoria, que ahora parece que ya no
sirven y son una carga pesada e inútil. Todo nuestro ser y
hacer cristiano está como escayolado. Creemos teóricamente en
Jesucristo. ¡Si creemos!
Resulta
entonces que no cocemos a Jesucristo de verdad. Que no hemos
tenido con Él un encuentro personal e íntimo. Que no tenemos con Él
una relación de amistad personal, gozosa y comprometida. Resulta
incluso que Jesucristo viene a ser un incordio. Que no hablamos con
Él y de Él como hablamos de las cosas serias de la vida: de las
alegres o de las dolorosas. Que no nos atrevemos a pronunciar su
nombre. Que nos da vergüenza decir o mostrar que somos suyos y que
intentamos hacer como Él. Que Jesucristo no es políticamente
correcto, vamos.
Mientras un
cristiano no viva en Jesucristo y desde Jesucristo nada aporta ni al
mundo ni a la vida de la Iglesia. La vida de un
cristiano ha de ser un anuncio vivo y gozoso de Jesucristo
Jesucristo Vivo y Presente en la propia vida personal y
pública. Y esto de manera normal y espontánea.
Y ahora la
pregunta del millón. Queriendo volver a lo esencial y necesario:
¿Qué es ser cristiano hoy? Una respuesta sencilla: es ser
y vivir en Cristo.
O sea,
ser en Cristo hoy. Atención, no es vivir bajo un código de
creencias o de leyes, sino vivir una forma de vida y existencia
nueva, que nace de la gratuidad y la alegría de un encuentro
personal con Jesucristo.
Este
encuentro hace que, llenos de ilusión y esperanza, “nos
vayamos incorporando progresivamente al ser de Cristo y su Cuerpo,
que es , para ser así testigos de esta nueva vida en el corazón del
mundo”. Con este encuentro se inicia un proceso, nunca
acabado, de dejarnos asemejar día a día por Cristo y a Cristo en
todos los aspectos de la vida.
¿Que
es difícil y teórico? No tanto. Desde siempre Él nos ha amado
y ama el primero y nos atrae hacia sí con la suave y fuerte finura
de su Amor.
De
antemano, pues, Cristo está y le encontramos dentro de nosotros,
en el corazón, en el hermano, en el Sagrario, en la comunidad
eclesial, etc. etc.
Es posible
pues encontrarnos con Él. Entrar en contacto de amistad íntima con
Él y ponernos a su disposición y la de los demás. Volvemos así al
“primer amor”. Se ha iniciado la “conversión” personal al
Señor. Ha comenzado
Padre Gregorio, cpcr
Padre Gregorio, cpcr
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