PENTECOSTÉS, LA GRAN FIESTA DEL ESPÍRITU SANTO


Queridos hijos e hijas de Dios,

Pentecostés es la gran fiesta del Espíritu Santo. En la solemnidad de Pentecostés podemos decir que culmina toda la cuaresma y toda la pascua. Todo lo que hemos ido diciendo a lo largo de estos meses: convertirnos, pensar como Cristo, actuar como Cristo, sentir como Cristo, morir con Cristo al pecado para resucitar con Cristo, configurarnos a su muerte para recibir su vida. Todo, todo lo que hemos dicho, sólo es posible si en nosotros está presente y actuante el Espíritu Santo...

El Espíritu Santo tiene una grandísima importancia en la vida del cristiano. Aquel que nos permite conectar con todo lo que Jesús dijo, hizo, nos enseñó, es el Espíritu Santo. Aquel que nos permite encontrarnos con Jesús es el Espíritu Santo. Aquel que hace que Jesús no quede sólo como un modelo de buenas conductas y comportamientos, es el Espíritu Santo.

Aquel que nos hará iniciar nuevos caminos en la parroquia, es el Espíritu Santo. Aquel que nos dará las luces y el coraje para hacerlo es el Espíritu Santo.  Podríamos decir que Cristo, es el centro de la fe, pero, para acceder este centro, hace falta hacerlo desde el Espíritu Santo. Toda la vida cristiana se nutre del Espíritu Santo.

Que hay un tema donde no sabes qué hacer, hacia donde tirar... te falta el don de consejo del Espíritu Santo.
Que hay una cosa en la que caes constantemente y no sabes cómo evitarlo, te falta el don de fortaleza.
Que no has sentido a Dios como Padre, que no has hecho experiencia del amor de Dios... te falta el don de piedad.

Los cristianos que no entienden todo esto del Espíritu Santo, sabéis qué dicen: “Lo importante es ser buenas personas, no hace falta ir a misa”. No han entendido qué es el cristianismo. Reducen el cristianismo a una construcción humana (ser buenos) y Dios, y la fuerza del Espíritu Santo, que quiere transformar radicalmente nuestros corazones a imagen del corazón de Jesús, no intervienen.

Durante el tiempo de Pascua he utilizado la plegaria eucarística IV, que pocas veces había hecho servir, porque es muy larga. Y lo he hecho porque manifiesta muy bien la importancia del Espíritu Santo. Dice así: “y porque no vivamos ya para nosotros mismos, sino para Él, que por nosotros murió y resucitó, envió Padre, al Espíritu Santo como primicia para los creyentes, a fin de santificar todas las cosas, llevando a la plenitud su obra en el mundo”.


 Me gusta porque marca como dos etapas... Cristo que ha hecho su trabajo, y ahora al marchar Cristo empieza el trabajo del Espíritu Santo. Una vez ha marchado, el primer don es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo que acaba la obra de Cristo en el mundo, santificando todas las personas y todas las realidades.

Cuan importante es el Espíritu Santo. Es la manera que Dios, que Jesús, por amor, ha encontrado de quedarse en medio nuestro. El Espíritu Santo, es Dios que desde lo más profundo de mí mismo, me hace vivir, y me lleva hacia lo mejor de mí mismo. Estamos conectados con este misterio: ¡Dios que nos habita! Y nos da una fuerza que por nosotros solos, no tendríamos nunca.

Con los jóvenes, hoy hemos hecho una convivencia preparatoria para la confirmación. Les he llevado a un lugar donde había una piedra grande y les he dicho a ver si la podían mover. ¡Imposible! Después, les he dado un palo de madera y un punto de apoyo. Y haciendo palanca, la podían mover con facilidad. La palanca es el Espíritu Santo. Una cosa que por nosotros llega a ser imposible, con el Espíritu Santo, se vuelve posible. ¡Crezcamos en esta fe! ¡No hay nada imposible! En nuestra oración personal, ¡pidamos el Espíritu Santo, que hace nuevas todas las cosas, que hace renacer la creación!

Francesc Jordana










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