MOMIAS ESPIRITUALES (PAPA FRANCISCO)
El «camino justo» se llama Jesús y
para el cristiano el camino de la vida está hecho «un poco de cruz y un poco de
resurrección». Pero por el camino está quien se detiene como «una momia
espiritual», quien se equivoca de dirección y se obstina, quien se pasa la vida
dando vueltas sin sentido y quien se deja seducir por las bellezas mundanas:
sobre estas actitudes alertó el Papa, invitando expresamente a un examen de
conciencia para verificar la propia experiencia de fe.
El pasaje evangélico de Juan
propuesto por la liturgia (14, 6-14) —explicó Francisco— «es parte del largo
discurso de Jesús en la úlltima cena, el discurso de despedida: Él se despide
antes de ir a la Pasión». Y dice a los apóstoles: «No os dejaré huérfanos; no
os dejaré solos; voy a prepararos un sitio». Además, destacó el Papa, en los
«dos versículos anteriores a este pasaje que hemos escuchado» se lee: «Donde yo
voy sabéis el camino, vosotros conocéis el camino». Y Tomás responde: «Señor,
no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Y es aquí donde inicia
el texto evangélico de la liturgia del día, con Jesús que dice a Tomás: «Yo soy
el Camino». Es «la respuesta a la angustia, a la tristeza, a la tristeza de los
discípulos por esta despedida de Jesús: ellos no comprendían mucho, pero
estaban tristes por esto». Por ello Jesús dice a Tomás: «Yo soy el Camino».
Esta expresión de Jesús, afirmó
Francisco, «nos hace pensar en la vida cristiana», que «es un camino:
comenzamos a caminar con el bautismo, y camino, camino, camino». Se puede decir
que la vida cristiana «es un camino y el camino justo es Jesús».
Pero, advirtió el Papa, «hay
muchos modos de caminar». Está «ante todo el que no camina. Un cristiano que no
camina, es un cristiano “no cristiano”, por decirlo así: es un
cristiano un poco pagano, está allí, está inmóvil, no avanza en la vida
cristiana, no hace florecer las bienaventuranzas en su vida, no hace obras de
misericordia, está estático». Es más, añadió Francisco, «disculpadme la
palabra, pero es como si fuese una “momia”, eso, una “momia espiritual”». Y
«existen cristianos que son “momias espirituales”, estáticos: no hacen mal a
nadie, pero tampoco el bien.
Pero este modo de ser «no dará fruto: no es un cristiano fecundo porque no camina».
Pero este modo de ser «no dará fruto: no es un cristiano fecundo porque no camina».
Luego, continuó el Papa, hay
algunos que «caminan y se equivocan de camino». Pero «también nosotros muchas
veces nos equivocamos de camino». Es «el Señor mismo quien viene y nos ayuda,
no es una tragedia equivocarse de camino». En efecto, «la tragedia es ser terco
y decir: “este es el camino”, y no dejar que la voz del Señor nos diga: “Este
no es el camino, vuelve, vuelve hacia atrás y retoma la senda auténtica”». Hay
que «retomar el camino cuando nos damos cuenta de los errores, de las
equivocaciones que cometemos» y «no ser tercos e ir siempre por la senda
equivocada, porque esto nos aleja de Jesús, porque Él es el camino y no el
camino equivocado».
Es más, explicó Francisco, «hay
otros que caminan pero no saben dónde van: son errantes en la vida cristiana,
vagabundos». En tal medida que «su vida es un dar vueltas, por aquí y por allá,
y, así, pierden la belleza de acercarse a Jesús en la vida de Jesús». O sea,
«pierden el camino porque dan muchas vueltas, y muchas veces este dar vueltas,
dar vueltas errantes, los conduce a una vida sin salida: dar demasiadas vueltas
se convierte en un laberinto y luego no saben cómo salir». Así, al final,
«pierden la llamada de Jesús, no tienen brújula para salir y dan vueltas, dan
vueltas, buscan».
Luego, continuó el Papa, «hay
otros que en el camino son seducidos por una belleza, por algo, y se quedan en
la mitad del camino, fascinados por eso que ven, por esa idea, por esa
propuesta, por ese paisaje, y se detienen». Pero «la vida cristiana no es una
fascinación: es una verdad. Es Jesucristo». Y «santa Teresa de Ávila decía,
hablando de este camino: “Nosotros caminamos para llegar al encuentro con
Jesús”»: precisamente «como una persona que camina para llegar a un sitio, no
se detiene porque le gusta un albergue, porque le gusta el paisaje, sino que
sigue adelante, adelante, adelante». Pero «en la vida cristiana» está bien
«detenerse, contemplando las cosas que me gustan, las bellezas —están las
bellezas y hay que contemplarlas, porque las hizo Dios—, pero no quedarse
allí». Hay que «continuar la vida cristiana». Por ello hay que hacer «que algo
hermoso, algo sereno, una vida tranquila no me fascine haciendo que me
detenga».
Es esto, explicó Francisco, «seguir a
Jesús es estar convencido de esto, que el camino de Jesús ese este: siempre hay
un poco de cruz y un poco de resurrección». Por ello, insistió el
Pontífice, «este es el camino y este es el camino cristiano: el camino de Jesús
tiene muchas consolaciones, y también cruz, pero siempre con paz en al alma».
Y, exhortó, «pidamos al Espíritu Santo que nos enseñe a caminar bien, y cuando nos cansemos» hagamos «una pequeña pausa y adelante». Al
Señor, concluyó, «pidamos esta gracia».
Fuente: L’Osservatore Romano, ed.
sem. en lengua española, n. 18, viernes 6 de mayo de 2016 (resumen)
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