Sin la fe en la divinidad de Cristo:


Dios está lejos,
Cristo permanece en su tiempo,
el Evangelio es uno de los muchos libros religiosos de la humanidad,
la Iglesia, una simple institución,
la evangelización, una propaganda,
la liturgia, la conmemoración de un pasado que ya no existe,
la moral cristiana, un peso no ligero y un yugo no suave.

Pero con la fe en la divinidad de Cristo:
Dios es el Emmanuel, el Dios con nosotros,
Cristo es el Resucitado, que vive en el Espíritu,
el Evangelio, la palabra definitiva de Dios a toda la humanidad,
la Iglesia, sacramento universal de salvación,
la evangelización, el compartir de un regalo,
la liturgia, encuentro gozoso con el Resucitado,
la vida presente, el principio de la eternidad.
Está escrito: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna" (Jn 3, 36).
La fe en la divinidad de Cristo es particularmente indispensable en este momento para mantener viva la esperanza sobre el futuro de la Iglesia y del mundo. 
Contra los gnósticos que negaban la verdadera humanidad de Cristo, Tertuliano alzó en su tiempo, el grito: "¡No le quiten al mundo su única esperanza!", Tenemos que decirlo hoy a quienes se niegan a creer en la divinidad de Cristo.
A los apóstoles, después de haber calmado la tormenta, Jesús les pronunció una palabra que repite hoy a sus sucesores: "¡Ánimo!, soy yo, no tengais miedo" (Mc 6,50).
P. Rainiero Cantalamesa, 9 de marzo 2012

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