.........LA DESTRUCCIÓN DE LA CREACIÓN??
¿ Irrelevante el tratar el tema
de la destrucción de la Creación?
El mundo celebra el sábado 18 de
junio, el aniversario de la encíclica LAUDATO SI (Alabado Seas)
Encíclica capital, que ha podido
pasar muy desapercibida, y no afectar en absoluto la vida de la mayoría de los
cristianos. En efecto, choca bastante la indiferencia con la que ha sido
recibida, incluso por muchos fervientes católicos, comprometidos ardientemente
en pastoral. Como si el cuidado y defensa urgente a que nos llama el Papa, de
la Casa Común que el Creador y Padre nuestro ha preparado y regalado con tanto
esmero al hombre, y que estamos destruyendo a grandes pasos, pudiera ser
optativo y no una profunda obligación moral. Como si todo lo que se refiriera a
la sensibilidad con las criaturas fuera exclusivamente de la espiritualidad
franciscana, o de los partidos ecologistas, y no una espiritualidad común y
necesaria para gloria de nuestro Dios.
A un año de la aparición de dicha
encíclica podemos preguntarnos si nos han interpelado cada una de las propuestas y recomendaciones
que nos hace el papa Francisco en ella.
Desde las cosas más pequeñas que
cada persona puede implementar, como el cuidado del agua en la casa y en la
comunidad, hasta la implementación de políticas públicas por parte de nuestros
gobiernos para impedir la deforestación o la contaminación del medio ambiente;
pasando por la urgente necesidad de cambiar nuestros modos de vida, de consumo
y de producción”.
Al cumplirse un año de su publicación,
se han organizado muchísimas actividades en diversas partes del mundo:
Conferencias, paneles, mesas de debate, charlas, celebraciones religiosas,
diálogos con científicos, presentaciones artísticas, difusión de videos,
programas de radio; pero también, actos y gestos prácticos y simbólicos como
jornadas de limpieza, siembra de árboles, acciones de reciclaje, cuidado de los
parques, etc.
No es para menos: por primera vez
en su historia, la Iglesia Católica emitía, hace un año, una carta pastoral
dedicada exclusivamente al cuidado de la hermana y madre tierra.
Con tantos retos a los que se
afrontan los cristianos en esta sociedad ¿es este un tema tan importante para
ser tratado con tanta fuerza en un documento del Magisterio? La degradación
voraginosa que sufre la amada tierra en estos últimos decenios no nos puede
dejar indiferentes.
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra proclamamos
como primer artículo de nuestra fe. ¿Y consideramos irrelevante el tratar del
tema de la destrucción de la obra creadora cuya víctima principal es el mismo
hombre? Sacudámonos las escamas de nuestra mirada.
¿Podemos quedarnos con conciencia tranquila en la indiferencia?
El Papa Francisco habla con mucha
claridad de la importancia de tomar medidas urgentes para no quedarnos sin
nuestra Casa Común: “Esta hermana clama
por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los
bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus
propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en
el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas
de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres
vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está
nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto»”
El papa Francisco señala también
con mucha claridad, que no se trata de aplicar medidas aisladas o meramente
“ambientalistas”, dado que el ambiente humano y el ambiente natural se degradan
juntos: “Dada la magnitud de los cambios,
ya no es posible encontrar una respuesta específica e independiente para cada
parte del problema. Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren
las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas
sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una
sola y compleja crisis socio-ambiental. Las
líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la
pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para
cuidar la naturaleza” (LS 134).
“Necesitamos una solidaridad universal nueva. Como dijeron los Obispos
de Sudáfrica, « se necesitan los talentos y la implicación de todos para
reparar el daño causado por el abuso humano a la creación de Dios ». “Todos podemos colaborar como instrumentos de
Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia,
sus iniciativas y sus capacidades” (LS 14).
Todo acto, por pequeño que
parezca, es grande. Son las gotas de agua que llenan los océanos. Si los
cristianos nos ponemos las pilas, cada uno en su vida cotidiana, con gestos
concretos que nos desligan de la esclavitud que nos impone nuestra sociedad de
consumo, no sólo ganaremos en libertad, sino también salvaremos algo del
inmenso regalo que nos dejó nuestro Padre del cielo.
En este primer aniversario de la
encíclica, os animamos a seguir profundizando y difundiendo el contenido de
“Laudato Si”. Si aún no la has leído aquí te ofrecemos uno de los links con el
texto completo de la encíclica: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
También la pueden descargar en
una versión radio-teatralizada en la que podremos escuchar a San Francisco de
Asís, al Papa Francisco y muchas voces humanas y de la naturaleza ayudándonos a
entender la necesidad y la urgencia del cuidado de nuestra Casa Común: https://gloria.tv/video/rvfT11em12rh2Pc2LJd2sS7Q5
Y por si necesitáis
sensibilizaros mejor a este tema, os recomiendo que toméis un tiempo para ver
el magnífico documental Home, un
magnífico documental que muestra la historia del planeta Tierra desde sus
inicios hasta el presente. En la película se pueden ver secuencias de imágenes
de todo el mundo, en las cuales se puede apreciar cómo las actividades humanas
se han convertido en una amenaza el planeta. https://www.youtube.com/watch?v=zlAuLCltaV8
Hna Mª Lourdes, cpcr
Comentarios
Publicar un comentario
A la hora de expresarse tengamos en cuenta la ley de la Caridad