¿PUEDE PERJUDICARNOS EL SER SINCEROS?
¿Cómo se explica que mentalmente seamos tan vulnerables? ¿Que ante cualquier cosa surja la crispación? ¿Que por nada nos pongamos a la defensiva?
La sinceridad es muy saludable; otra cosa es que te la acepten. De todo esto tenemos buenos ejemplos en Jesús a quien la sinceridad le llevó hasta donde le llevó. La sinceridad os hará libres sería una afirmación paralela a la de Jesús: “La verdad os hará libres”. “La mentira tiene las piernas muy cortas”, dice Angelina, una conocida mía.
“La verdad, verdad, es y siempre será verdad, por más que se piense al revés” dice un conocido poeta. No se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos.
El interior de un edificio es lo decisivo. Cultivemos nuestro interior con sinceridad, amor y entrega. Que la sinceridad sea nuestro quehacer y nuestro ser de cada día. No importan luego las consecuencias.
La enseñanza de Cristo nos pone el dedo en la llaga. La sinceridad, la alegría de sentirse verdadero viene de buscar siempre la gloria de Dios. El Señor quita la máscara a los fariseos y saduceos haciendo notar que ellos no son ni pueden ser sinceros porque no buscan la Gloria de Dios: “¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios?” Jn 5, 44. Si estamos volcados hacia el Señor, si lo que deseamos es que su Gloria sea conocida, alabada, proclamada, recibiremos fuerza de lo alto para que nuestro ser esté lleno y ponga su gozo en la Gloria de Dios.
Cultivemos nuestro interior con sinceridad, amor y entrega, poniendo por encima de todo la Gloria de Dios. Así, la sinceridad será nuestro espejo en el que se refleje el nombre, la bondad, la grandeza de Dios… y no nos importarán las consecuencias.
“No es el siervo más que su amo”. El Señor, que es la Verdad, nos ayude a ser a vivir y a comunicar la Verdad.
¡Arriba los corazones, que no nos faltan razones!
De todo corazón,
Rosario
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