CONTEMPLAR LA PASIÓN ¿ES PERDER EL TIEMPO?

Muchos encuentran que contemplar a Cristo es su Pasión es un error, es perder el tiempo. Cristo ya está resucitado y a quienes hemos de contemplar eficazmente y ayudar es a tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo que siguen sufriendo. A lo mejor más cerca de lo que imaginamos.
¡Y si encendemos la tele no faltan dramas conflictos, lejos y a las puertas de nuestras casas! A los cristos de hoy, más o menos anónimos, hemos de salir al paso y dejarnos de contemplaciones anacrónicas.
En estas afirmaciones hay una parte de verdad, pero no toda la verdad. Es una verdad quizás un poco subjetiva que responde a la necesidad de eficacia y de inmediatez de los hombres de nuestro tiempo. 
Si echamos una mirada a la historia y buscamos el origen de las grandes obras sociales, el origen de la cultura, de la educación y de la ayuda a los más pobres, desvalidos ¿a quienes encontramos en esos orígenes? A los santos, y especialmente a aquellos que han contemplado más asiduamente la Pasión del Señor. La contemplación de la Pasión, les hacía salir al paso de los que sufren en su mundo. Madre Teresa, san Camilo de Lellis, San Vicente de Paul, el Cura de Ars, San Pío de Pieltreccina que fundó uno de los mejores hospitales de aquel momento para los pobres...
Historial del cura de Ars: creación de la Providencia
No nos dé miedo de contemplar a Cristo crucificado. En nuestro mundo que huye desenfrenadamente del dolor, esconde y maquilla la realidad de la muerte (tanatorios), en el que tenemos fácilmente satisfacciones, compensaciones, no nos es siempre fácil fijar nuestra mirada en Cristo crucificado. Nos supone un gran esfuerzo.
Pero no nos quedemos en sensiblerías. No nos quedemos en la corteza. Las llagas de Cristo tienen una fuente. Su gran Amor, su Corazón. Como decía Juan Pablo II "la Pasión de Cristo es ante todo una Pasión de Amor".

Y es esta Pasión de Amor la que nos impulsará a salir en ayuda de tantos contemporáneos nuestros que sufren a nuestro lado, en nuestro entorno y que nos mendigan amor. Y ante los cuales sentimos tanta impotencia.

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