LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES, TESTIMONIOS
El sabado pasado concluiamos una hermosa tanda de Ejercicios Espirituales. Os compartimos algunos de los testimonios que nos dejaron los participantes:
Una madre de familia: durante el año, en el mundo, no puedes dar al Señor el tiempo que se
merece. En esta semana, es lo que quise hacer. He recibido todo.
He flotado menos que el año pasado pero he sacado mucho provecho.
Una señora amiga de casa:
hace muchos años que conozco esta querida casa. No podía hacer los Ejercicios a causa de mi marido enfermo. Me han dado paz y me permitieron encontrar al Señor
aunque cuesta.
Una enfermera: Aprecio
tener este descanso en el año, lejos del ruido y de la agitación.
Este tiempo de paz me permite hacer en presencia del Señor
replanteamientos, cambios que necesita mi vida.
Un ama de casa: Es la
tercera vez que hago Ejercicios. No tengo palabras para describirlos pero los recomiendo mucho.
Un jubilado: estoy muy
contento de estos días, gracias a todos.
Una señora auxiliar de
nuestra Obra, francesa: son mis Ejercicios nº 16. Cada año son diferentes. Tuve un
accidente hace 5 años. Lo vivo con más tranquilidad y me acepto más
como soy.
Una profesora de
inglés: Vivo un poco desordenada. Los ejercicios me han ayudado a estimularme para trabajar por lograr la paz
interior y a calcular menos.
Una técnico PRL: No
quería venir para no tener que cambiar. Es fácil de olvidar porque
estamos en la tierra y los Ejercicios nos lo recuerdan. Hacía cosas
para cumplir. He llorado también de alegría.
Una auxiliar de geriatría:
Hace tiempo que quería hacer los Ejercicios de San Ignacio. Un
sacerdote me dijo “ves a Caldes”. Aquí, he encontrado el método
para ordenar mi vida, organizarme con buenos parámetros. Entendí mejor cómo Jesús vivió la Pasión
con las
explicaciones del Padre.
Un jubilado: mi padre estuvo
muy vinculado con el P. Vallet, el fundador de los CPCR y formo parte de la Obra. Por fin, hice
yo también los Ejercicios este año. Nos ponemos cuotas: somos
buenos hasta aquí. Pero los Ejercicios hacen tomar consciencia de
que lo que Cristo y la Iglesia pide, no es que seamos buena gente,
¡sino que seamos santos!
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