Dios esta de moda
Que Dios es mas grande que nuestras ideologias laicistas y relativistas, es lo que ha querido manifestar en el siguiente Mensaje el arzobispo de Burgos monseñor Francisco Gil. texto sin desperdicio, que nos prepara al proximo Sinodo especial de los
Obispos sobre la Nueva Evangelización,
Alguien podía
pensar que la historia de los grandes conversos es agua pasada. La
realidad es muy distinta. Las letras francesas, por ejemplo, siguen
las huellas de Paul Claudel, Péguy o Mauriac y cada vez son más
frecuentes las novelas y ensayos que tienen como protagonista la fe
cristiana. Siguiendo el sendero de escritores de tanta talla como
Tournier o Decoin, está surgiendo una nueva generación de autores
creyentes, cuyas obras literarias y filosóficas buscan la
concordancia con el mensaje evangélico.
Más aún,
autores como Sylvie Germain, están viendo que sus obras comienzan a
seducir en la laica Francia y más allá de las fronteras galas,
según recogía recientemente el diario italiano Avvenire. En las
páginas de Le Figaro, Francois Tallandier, otro talentoso
escritor de la nueva literatura francesa, ha explicado las razones de
su silenciosa conversión al catolicismo, tras largos años de
profundo escepticismo. «Quizás por el esplendor de Bourges, que
daba alas a Stendhal para ser cristiano. Quizás por la modesta
dulzura de la iglesia románica de Ennezat. Quizás porque un día,
oyendo pronunciar la palabra ‘católico’ con el desprecio de
quien no necesita más razones, me he cansado y he dicho
abiertamente: ‘Soy católico’».
El itinerario creativo de F.
Hadjadj es también una referencia en la cultura francesa. Este
escritor e intelectual judío, se ha convertido al catolicismo
después de una larga fase de ‘nihilismo’. En un ensayo analiza
con ironía y pasión su indiferencia hacia la muerte de las
sociedades de Occidente, mientras llama a la alegría fundada en las
razones que aporta la fe. El mismo Dactec, intelectual excéntrico y
controvertido, se ha atrevido a gritar en público que «no hay
futuro para la humanidad fuera de Cristo».
Son algunos ejemplos de
ese cada vez más numeroso grupo de conversos que están llegando al
catolicismo y -lo que quizás llama aún más la atención- que no
tienen ningún complejo para declararlo. Ellos me traen a la mente
personajes históricos de tanto relieve como Tertuliano, el más
brillante abogado de Cartago; san Cipriano, igualmente brillante
abogado convertido en plena madurez; y el sin igual san Agustín. Más
próximos a nosotros, la italiana Alexandra Borghese y la española
María Nájera.
Sin que sea una conversión en sentido estricto, no
deja de llamar la atención el caso de Akiko Tamura. Tiene treinta y
siete años y una brillante carrera a sus espaldas como cirujana
torácica en la Clínica Universitaria de la Universidad de Navarra.
Tras hacer sus primeras prácticas en la Universidad de Harvard y
ampliar su especialidad en el Hospital de Massachussets, aterrizó en
Pamplona y alcanzó un gran prestigio profesional. El último Jueves
Santo –lo ha contado ella misma en una entrevista al diario ABC-
«iba en mi coche tan tranquila y de repente, en medio de mi corazón
noté claramente que Dios me pedía ser carmelita descalza. Ni oí
voces ni visiones, sólo sentí una paz y un amor de Dios bestial».
Nunca se me hubiera ocurrido «meterme monja en un convento», añade,
pero «es el plan de Dios». Efectivamente, acaba de ingresar como
carmelita descalza en el convento de Zarautz.
Sin salir de nuestra
diócesis, las religiosas de Iesu Communio podrían contarnos muchos
casos parecidos. No pocas han dejado su profesión de ingenieras,
arquitectas o médicos y locas de contento vistiendo un tosco y
sencillo hábito.
Sin entrar en los muros de un convento, cuántos
profesionales de prestigio, estudiantes de primero de carrera, amas
de casa o chicos y chicas han descubierto en medio de la calle –donde
siguen- la verdad de lo que decía con convicción santa Teresa de
Jesús: «Sólo Dios basta».
En el fondo, ésta es la razón por la
que vienen a la fe tantos profetas y apóstoles del nihilismo o el
escepticismo, o salen del letargo religioso tantos creyentes tibios,
convirtiéndose en verdaderos creyentes y apóstoles.
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