LA MADRE EN AMERICA

Junto a la Virgen de los Treinta y tres, patrona de Uruguay
   Hacía tiempo que, con la Madre general, hablábamos de un conveniente viaje a América: Argentina y Uruguay, para conocer mejor a nuestras Hermanas de allí y la situación de nuestras comunidades.
   Finalmente, se pudo realizar gracias a la colaboración de la propia Madre general y de Hna Mª Lourdes, quienes se quedaron en Caldes buena parte de mi ausencia.
   El lunes 7 de Mayo, salía pues de Barcelona hacia Buenos Aires.
  Impresiona cruzar por primera vez “el charco”: tanta agua debajo, una luna llena magnífica encima, y el avión suspendido entre los dos. ¡Por la mañana, rezando Laudes todavía en el avión, los versículos: “tu misericordia llena la tierra” y “has afianzado la tierra sobre las aguas” tenían un relieve particular!
   Finalmente, por la tarde del día 8, llegaba a Rosario: las Hermanas del Noviciado “N.S. de Luján” y de la casa de Ejercicios “N.S. De Fátima” (en frente) vinieron a darme la bienvenida. ¡Qué alegría volver a ver a las que ya habían pasado por Europa y descubrir a las nuevas!
   Este día era fiesta de N.S. de Luján: la misa era celebrada en el Noviciado por ser la fiesta de la Patrona de casa. 
   Pude saludar después a nuestros Padres y Hermanos de las comunidades vecinas: de la casa “N.S. de Fátima” y del centro juvenil “Nazaret”: casa de formación de los Cooperadores. ¡Estos nombres, nos os dirán quizá nada a
vosotros, pero a mí ahora sí, después de este viaje!
   El día siguiente, salía a visitar a las 4 Hermanas de la casa “Betania”, en el centro de Rosario. Compartí su vida sencilla y les pedí contarme su vocación. Una mañana, salimos de paseo: el famoso río “Paraná”, el monumento de la Bandera, y en la catedral, la cripta de la Virgen del Rosario. 
Rio Parana en Rosario
Interior de la Catedral
   En esta última, cómo también en la parroquia donde íbamos a misa, me fijaba en las imágenes de los Santos: San Roque, San Cayetano, San Antonio de Padua, Sta. Teresita del Niño Jesús, la Virgen del Carmen: eran todos conocidos. Me hice pues una idea de un país muy joven, cuyos Santos todavía no habían tenido tiempo de subir a los altares. Al mismo tiempo me maravillaba de la universalidad de la Iglesia, ya que de la misma manera que S. Antonio de Padua se encuentra en Rosario, la Virgen del Quinche se encuentra en nuestra parroquia de Caldes.
   Pude participar con las Hermanas de Betania a un encuentro CPCR donde Padres, Hermanos y Hermanas contaban como les habían ido sus ministerios fuera de casa: cursos, semana de espiritualidad, Ejercicios Espirituales a seminaristas y sacerdotes, trabajo vocacional en la universidad, apostolado en una prisión de hombres...: todos lo llevan todo en la oración y todos se alegran de la buena participación en ellos.
   En la casa de N.S. de Fátima, pude estar el sábado y Domingo 13 de Mayo: preparar la fiesta de la casa y participar en ella con más de 300 personas fue otra buena experiencia. Como en todas nuestras casas encontré el ambiente familiar, la colaboración de amigos en la liturgia y en la cocina, la participación de ejercitantes, señoras auxiliares, familias amigas, etc. 
   La misma noche del 13, salía para Venado Tuerto, para encontrarme durante 2 días con cinco Hermanas en una casa inaugurada en el año 2000 (ocupé la habitación de una Hermana que pasó 2 noches en el recibidor). 
   Es en esta comunidad que está Hna Mª de Luján quien pasó varios años en Caldes. Situadas en el centro de la ciudad, reciben visitas de muchas personas que vienen a confiarles a sus familias, asuntos,...e interesarse por los próximos retiros. “-Bueno, ¿Cuántos matrimonios hay para el próximo retiro?” preguntó un señor, “-5”, “- ¡pues, tengo 2 más!”. Nosotras también visitamos a una señora auxiliar que me edificó mucho: contó ella cómo se ocupaba de la intendencia durante las tandas y las inscripciones, cuando todavía no había Hermanas en la ciudad.
  Luego tocaba quedarme 2 días en el Noviciado: pude participar, pues, de la clase... ¡de francés!, y, entre otras cosas, ir con nuestra novicia a distribuir vestidos y alimentos a una familia necesitada (¡que compartió con una familia más necesitada todavía!).
  La siguiente casa visitada es muy especial: en Salto, en Uruguay. Es la primera casa arreglada por el Padre Vallet para dar los Ejercicios Espirituales, después de haber salido de la Compañía de Jesús: la primera casa CPCR. 
Capilla de la Casa San José de Salto
   Los recuerdos del Padre Vallet llenan la casa dándole una gracia especial. Justo este fin de semana, había un encuentro de pastoral juvenil de la diócesis. Ayudaba a mis 6 Hermanas para recibir a los participantes, y participé también en una buena parte del encuentro dándome cuenta de cómo el Espíritu Santo suscita nuevos caminos de evangelización. Padres y Hermanas CPCR presentaron los Ejercicios Espirituales y acompañamiento espiritual como instrumentos de pastoral juvenil.
En el encuentro juvenil
   Salíamos el día siguiente para Canelones, cerca de Montevideo, sur de Uruguay. Pude admirar los largos prados, los numerosos rebaños de vacas guardados por los “gauchos” montados a caballo, el río negro hermoso... 
Casa Villa Guadalupe en Canelones

   Tres Hermanas nos esperaban en la casa diocesana de espiritualidad, donde ellas atienden a los retiros diocesanos, y organizan otros retiros desde hace más de 30 años, ¡en estas tierras donde trabajaron mucho el Padre fundador y el Padre Navarro, y otros. 
    Ya terminaba mi recorrido por todas las casas. En todas me sentí en familia por el mismo espíritu CPCR, por nuestra misma vida religiosa, nuestro mismo esfuerzo de evangelización del hombre adulto para las
parroquias, por los Ejercicios Espirituales.
   Al volver a Salto, las Hermanas hicieron, ¿cómo no? ¡un asado!¡Delicioso! Por la noche, me despedía de las tierras uruguayas y volvía a Rosario. Preparé de nuevo las maletas para volver a Europa. 
   La maletas están ahora vacías, pero el corazón y la mente permanecen llenos de los rostros, paisajes, momentos compartidos con las Hermanas, Padres y Hermanos, ejercitantes, señoras auxiliares, y amigos.
   ¡Muchas gracias, Dios mío, por esta rica experiencia! ¡Y gracias a todas las que la hicieron posible!
Hermana Mª Verónica cpcr.

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