UNA 'CATIFA' INTERIOR


   Fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo
  Fiesta de Cristo encarnado, humanizado, materializado, sensible, hecho alimento nuestro, a nuestro alcance para que le podamos tocar, para que lo podamos comer, para que lo asimilemos en las especies sacramentales.
   El pan y el vino nos recuerdan que es nuestro alimento esencial. 

   ¡Qué locura! ¿A quien se le hubiera ocurrido algo parecido para hacerse cercano, para entregarse en un don desinteresado de amor? ¡Qué locura!
   ¡Sólo se le podía ocurrir a Dios! ¿Habrá invento mayor en la historia de los hombres? ¿Invento más necesario y vital?
   Amor entregado. Amor fiel. Amor desinteresado que no teme acumular el polvo en los Sagrarios abandonados, para estar ahí, junto a nosotros, esperando nuestra visita, nuestro mínimo gesto, disposición a recibir tanto Amor.

   ¡Cuantos convertidos ante la Presencia eucarística! Qué transformaciones misteriosas en las almas.
   "Il est là, Il est là" ("Está ahí, está ahí") repetía una y otra vez como un refrán el santo Cura de Ars.
   Fiesta del Corpus. 

   Nuestras calles, nuestras iglesias estarán engalanadas, embellecidas por las tradicionales 'catifas', esas artísticas alfombras florales.
   Admirémoslas, sí. Admiremos el trabajo y el arte que representan para un Dios que lo merece todo.
   Pero sobre todo, no olvidemos hoy realizar una 'catifa' interior, en nuestro corazón. Una alfombra de flores para honrar en nuestro corazón al "Amor de los amores". Con los pétalos y el serrín de la delicadeza, de los gestos de amabilidad, de complacencia, de una palabra de estímulo, del dominio de sí, de don de nosotros para los demás... Ningún detalle ha de faltar para este Dios que se nos da, que nos penetra tan adentro para enseñarnos a amar como sólo El sabe amar. 
   Pasemos tiempo junto a Jesús Sacramentado. Depende de ello nuestra calidad de vida.
   ¡Feliz y Santa fiesta del Corpus!


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