NOTICIAS DEL PADRE IVO DESDE AFRICA


 ¡Hola amigo, amiga, hermano, hermana!
       Comentando lo del santo de hoy, san Marcos, caía en la cuenta de la importancia del escrito sobre todo cuando es un compartir testimonial de lo vivido por personas que tratan de vivir la vida como una gozosa y generosa entrega.
       Llevo una semana en los lindes de la selva ecuatorial cerca de Isiro. Los Combonianos me han invitado para dar el retiro a un grupo de sus misioneros que obran en distintos puntos de esta Provincia Oriental de la RDCongo. Solo han podido acudir 10 de los más de treinta que aún están esparcidos en este inmenso territorio que hace frontera con Uganda, Sudán y República Centroafricana: 4 Congoleños, 3 Portugueses, 2 Italianos, 1 Español… y este Suizo

        Dando Ejercicios en estos contextos, esto es no en la capital sino en el interior del país, uno aprende a la par que da y acompaña. Se recibe más de lo que se da! Y no es una mera impresión, es la convicción que uno adquiere. Es verdad que cada Congregación tiene su manera y su modo de actuar en la misión. Nosotros CPCR no estamos cualificados para estar en primera fila, en ‘operación comando’, como me comentaba uno de ellos esta misma tarde. No podemos pues sino admirar a aquellos que abren surcos al Evangelio en zonas y situaciones difíciles, con mucha precariedad… Quedo maravillado al escuchar cómo es su vida cotidiana en poblados perdidos en la selva, ajenos a todo lo normal o habitual para nosotros, con mil y una amenazas de animales y animalitos, con ausencia total del más mínimo confort, con gentes a las que hay que enseñarles todo. Y me maravilla también cómo Dios obra distintamente pero poderosamente en cada uno y a través de cada uno. Todos son realmente internacionales, acostumbrados a ser trasladados de un lugar a otro, de un continente a otro, de un mundo a otro, en disponibilidad y facultad de adaptación impresionante. Y en ellos, se confirma una vez más y mejor, el impacto del itinerario ignaciano que va directamente a la vida de uno, le hace protagonista de su propia historia inserta en la de la salvación, en la de esta humanidad en marcha.

        Salgo de casa solo por las tardes para rezar el rosario. Hoy lo recé con uno de ellos, un padre italiano, lo hicimos en cinco lenguas que compartimos: alemán, español, italiano, lingala y francés, apuntando al "Que todos sean uno", al invocar a la Madre de todos los pueblos. Los caminos junto a la casa se adentran en la selva donde en claros hay campos hacia donde van y de donde vuelven hombres y mujeres en busca de subsistencia. Es magnifica la vegetación. La tierra es particular-mente fértil, no es  pura arena como en tantos otros lugares del Congo, es tierra buena más bien arcillosa. La fruta es particularmente abundante en esta temporada, y no llegamos a consumir tanta como ponen, aun haciendo macedonia para que no se eche a perder. El lugar está bien cuidado, tienen obreros para la huerta y algunas mamás para la cocina, la lavandería y la limpieza de la casa. Habitualmente son solo dos padres los que residen aquí, pero suelen recibir grupos eclesiales para sus retiros, sesiones, jornadas de intercambio. 

        El sábado terminaron los Ejercicios. Me han confirmado que tengo billete para el avión del domingo. Me iré por la tarde de aquí a la parroquia Santa Ana, regida también por los Combonianos. Esta parroquia tiene más de cuarenta capillas esparcidas en la selva, la más lejana situada a unos 125 km del centro parroquial. Se alcanzan esas capillas, solo con motos, bicis o andando. Pero por ¡qué senderos! Un Padre, el más joven, me comentaba que para ir el domingo pasado a una de ellas distante de tan solo 28 km, tardaron hora y media, iban dos en la moto.
          Espero que el viaje de regreso a la capital via Kisangani, la gran ciudad a orillas del rio Congo y capital de esta inmensa Provincia Oriental, se realice sin problemas, y poder reanudar con la vida y las actividades de mi comunidad en Kintambo y Kimwenza, los dos lugares en Kinshasa donde se encuentra repartida mi comunidad. Volveré enriquecido por una nueva experiencia, una ampliación del conocimiento de la realidad profunda de este país, donde en su Providencia, el Señor me ha llamado a amar y servir.
          Gracias por vuestro apoyo y amistad en nombre de Aquel que nos ama inmensamente y nos cuida con infinita ternura.
P. Ivo, cpcr

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