Un regalo a la Iglesia

    Desde el año 1997, por iniciativa del beato Juan Pablo II, se celebra en este día la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. En ese día miramos a la vida consagrada y a cada uno de sus miembros como un don de Dios a la Iglesia y a la humanidad. Juntos damos gracias a Dios por las Órdenes e Institutos religiosos dedicados a la contemplación o a las obras de apostolado, por las Sociedades de Vida Apostólica, por los Institutos Seculares, por el Orden de las Vírgenes, por las Nuevas Formas de Vida Consagrada.
    El lema escogido para este año es: «VEN Y SÍGUEME» (Mc 10, 21). Vida Consagrada y Nueva Evangelización. Acontece después de la celebración  de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid y en el horizonte del próximo Sínodo de los Obispos sobre el tema: la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana (Roma, 7 al 28 de octubre de 2012).

    La nueva evangelización, a la que nos convoca la Iglesia, es principalmente un desafío espiritual para salir de la indiferencia. Depende, en gran medida, de la credibilidad de nuestra vida y de la convicción de que la gracia de Dios obra y transforma hasta convertir los corazones. La nueva evangelización requiere nuevos evangelizadores.
    Los consagrados están llamados por su vocación, consagración y misión a vivir un estilo de vida, que exige, en primer lugar, la santidad de vida a la que toda la Iglesia está llamada. Este estilo se expresa visiblemente en los consejos evangélicos vividos en comunidad. A través de ellos se manifiesta la radicalidad y la novedad del seguimiento de Jesucristo. La consagración es así instrumento de nueva evangelización.
     El beato Juan Pablo II, en la exhortación apostólica Vita consecrata, en un número dedicado a la nueva evangelización, afirmaba que «para hacer frente de manera adecuada a los grandes desafíos que la historia actual pone a la nueva evangelización, se requiere que la vida consagrada se deje interpelar continuamente por la Palabra revelada y por los signos de los tiempos […] Las personas consagradas, en virtud de su vocación específica, están llamadas a manifestar la unidad entre autoevangelización y testimonio, entre renovación interior y apostólica, entre ser y actuar, poniendo de relieve que el dinamismo deriva siempre del primer elemento del binomio» (VC, 81).

   
    El papa Benedicto XVI, en el Encuentro con religiosas jóvenes, en la Jornada Mundial de la Juventud, al hablar de la radicalidad de la vida consagrada, les decía: «Queridas hermanas, este es el testimonio de la santidad a la que Dios os llama, siguiendo muy de cerca y sin condiciones a Jesucristo en la consagración, comunión y misión. La Iglesia necesita de vuestra fidelidad joven arraigada y edificada en Cristo. Gracias por vuestro “sí” generoso, total y perpetuo a la llamada del Amado
     Que la Virgen María sostenga y acompañe vuestra juventud consagrada, con el vivo deseo de que interpele, aliente e ilumine a todos los jóvenes»
Monseñor Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander
Presidente de la CEV

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