LA IGLESIA ¿NUNCA TE HA DESILUSIONADO?

"¿Cómo  podría hacerlo?

Pero no, desde luego, porque el rostro humano sea siempre y en todo caso impecable, sino por propia naturaleza.
Antes de aclararme sobre este punto, quisiera recordar que es lo esencial, eso que debería parecer obvio, pero de lo que tantos no parecen ni darse cuenta: no estamos «nosotros» por una parte y «la Iglesia», por otra. En cuanto bautizados, y por tanto injertos en el Cuerpo mismo de Cristo, no somos huéspedes, observadores simpatizantes, sino que nosotros, también nosotros, somos la Iglesia.

Cada cual tiene su función, el clero y los laicos, pero de igual manera que no puede existir la comunidad católica sin ministros ordenados, tampoco puede existir sin los que no son sacerdotes.
 Entre otras cosas, el redescubrimiento conciliar de la doctrina neotestamentaria del «sacerdocio común» que caracteriza a los bautizados -y, por consiguiente, la reencontrada dignidad de cada miembro de la Iglesia- favorece la conciencia responsable de formar parte de una casa que es la nuestra y en la que tenemos un papel preciso. Es algo banal, pero quizás merece citar aquí la perífrasis de una Frase hasta demasiado famosa: antes de preguntar qué hace la Iglesia por ti, pregúntate que puedes hacer tú por la Iglesia. O sea, por ti mismo, por la casa en la que no estas de alquiler temporal, sino de la que eres copropietario a titulo pleno.
Me fastidian esos católicos quejicas que no hacen mas que lamentarse con propuestas incomprensibles para un bautizado, como «la Iglesia debería... la Iglesia no debería... ». Pero ¿no hemos quedado en que esta es tu «Nación», de la que formas parte con una profundidad desconocida en el mundo?

Laicos y mujeres pónganse a trabajar y tendrán todo el sitio que quieran, si demuestran la voluntad y la capacidad para conseguirlo. Como confirma la historia de la santidad, pero también la de la cultura católica, todos los creyentes -y no solo desde después del Concilio- han tenido el papel, a menudo eminente, que sus virtudes y capacidades merecían."

Vitorio Messori