La alegría de un cristiano viene de Dios
No son pocas las veces que he dudado, pero hoy lo tengo claro.
La alegría de un cristiano viene de Dios. No es la alegría superficial del que se siente capaz de todo.
No significa que no haya momentos malos, ni que todos los problemas se vayan a solucionar.
Significa, más bien, que tenemos a alguien en el que confiar, que nuestra esperanza no cae en saco roto.
Significa, como nos dice San Ignacio, que es Dios quien pacifica nuestra alma, quien da el calor, quien nos da un amor que unifica,que da el sentido a nuestra vida. Ahí está la sonrisa de un cristiano, aquella que nadie nos puede quitar del corazón.
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