El milagro permanente de Lourdes

Nueva imagen de la Virgen de Lourdes a la entrada de nuestra casa

El mensaje de Lourdes, su permanente y tan fecunda interpelación, es su constante y mejor milagro. 
Cinco aspectos capitales constituyen este gran milagro de Lourdes. Son las cinco palabras y frases que la blanca Señora dijo a Bernardette: 
 - la oración, 
 - la penitencia, 
 - el ejemplo y la intercesión de María Inmaculada, 
 - el sentido de la peregrinación y 
 - la eclesialidad.
Y cuando hubo y ha habido que levantar en Lourdes basílicas, capillas y espacios religiosos, se han puesto de evidencia estas cinco dimensiones claves del milagro permanente de Lourdes. 
El milagro permanente de Lourdes es la oración. Y en Lourdes se reza bien, se reza en paz y en silencio a pesar de las multitudes. 
El milagro prodigioso de Lourdes es la penitencia, expresada en el constante peregrinar de enfermos, en las penitencias externas de los peregrinos, en las capillas abarrotadas de fieles que acceden al sacramento de la Penitencia. 
El milagro inmenso de Lourdes es María Santísima en el misterio y dogma de la Inmaculada Concepción, que Ella se presentó a Bernardette, manifestado en el desgranar ininterrumpido del rezo del Rosario, en la procesión de las antorchas de cada anochecer. 
El milagro multitudinario de Lourdes es la peregrinación, con lo que ello conlleva de signo y de promesa. 
El milagro espléndido de Lourdes es la eclesialidad -el agua del bautismo es la materia sacramental del ingreso en la Iglesia- de comprobar cómo es la Iglesia universal y católica, de todo pueblo y nación, de toda raza y cultura, de toda condición y rostro: Iglesia orante, penitente, mariana y peregrina que acude a esta lugar de gracia y de milagro como anticipo, realización y prenda.
Fueron palabras de María a Bernardette: 
“oración y penitencia”
“rezad por la conversión de los pecadores”
“ve a beber y lávate en la fuente”, 
“que yo soy era la Inmaculada Concepción”
“que se venga aquí en procesión y se construya una Iglesia”
“no prometo haceros felices en este mundo sino en el otro”.
Ciento cincuenta años después Lourdes sigue siendo un milagro. Dios que está con nosotros a través de María y a través de los pobres, de los humildes, de los enfermos y de los sencillos como Bernardete, y de aquellos que, peregrinos, le buscan en su Iglesia desde la oración, la penitencia y el agua pura y limpia de su gracia y de sus sacramentos. ¡Qué mejor milagro!
 
 (Jesús de las Heras Muela – Director de ECCLESIA)

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