¿Quiénes son los verdaderos adoradores?
Jesús había estado en Judea antes de encontrarse con la mujer samaritana. Los
fariseos habían comenzado a difundir el rumor de que Jesús bautizaba a más
discípulos que Juan. Quizás este rumor había causado cierta tensión y malestar.
Puede que esto es lo que estaba detrás de la decisión de Jesús de marcharse.
Al llegar al pozo, Jesús decide detenerse. Estaba fatigado del camino. Su
fatiga puede que tenga que ver también con los rumores que se habían difundido.
Mientras descansa, una mujer samaritana se acerca al pozo para sacar agua. Este encuentro tuvo lugar en el pozo de Jacob: un lugar lleno de simbolismo para
la vida y la espiritualidad del pueblo de la Biblia.
Comienza un diálogo entre Jesús y la samaritana sobre el lugar del culto. «
¿Es en este monte o en Jerusalén? » pregunta la mujer samaritana. Jesús
contesta: « no tendrán que subir a este monte ni ir a Jerusalén…los verdaderos
adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad » (Juan 4, 21-24).
Sigue aconteciendo que en vez de una búsqueda común de la unidad, las
relaciones entre las Iglesias estén marcadas por la competencia y la disputa.
Las comunidades
ensalzan sus propios méritos y las ventajas que consiguen sus adherentes con la
finalidad de atraer nuevos miembros. Algunos piensan que cuanto más grande es la
Iglesia, cuanto más grande es el número de sus miembros, más grande es su poder
y más cerca está de Dios, presentándose a sí mismos como los únicos verdaderos
adoradores. Como consecuencia de ello ha habido violencia y falta de respeto
hacia otras religiones y otras tradiciones. Esta especie de marketing
competitivo crea a la vez un clima de sospecha entre las Iglesias y una falta de
credibilidad del cristianismo en su conjunto en la sociedad. Al crecer la
competencia la «otra» Iglesia se vuelve una enemiga.
¿Quiénes son los verdaderos adoradores? Los verdaderos adoradores no
consienten que una lógica de la competencia – quién es mejor y quién es peor –
contamine la fe.
Necesitamos « pozos » para recostarnos, descansar y abandonar
las disputas, la rivalidad y la violencia; lugares donde podamos aprender que
los verdaderos adoradores rinden culto «en espíritu y en verdad».
Textos del Octavario de oración por la unidad 2015
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