El camino de la felicidad
Cada uno tiene sus problemas, sus preocupaciones, sus motivos de alegría y de gozo. Cada uno tiene
sus proyectos personales y familiares. Cada uno viene a participar de la eucaristía
(no venir a misa, sino participar) con su mochila personal llena de las cosas más
variadas.
Cada uno viene así, pero a todos, a todos, Cristo hoy nos llama a “convertíos y creed en el evangelio” y nos
dice “venid conmigo”. A todos. La liturgia
siempre es un “aquí y ahora”. Por tanto, la fe, la fe, la fe, la fe, nos lleva
a escuchar a Cristo, que nos dice a cada uno “conviértete” “cree en mí” “ven conmigo”.
Es la fe que hace que escuchemos a Cristo hablando a nuestro corazón aquí y ahora.
Y esto es la Buena Nueva de Dios. Dios tiene una buena noticia para darnos:
si nos convertimos, si creemos, si lo seguimos, alcanzaremos la felicidad.
A partir de aquí tres ideas:
a) “Convertíos y
creed en el Evangelio”. Convertirse y creer no son dos cosas sucesivas y
diferentes, sino que son la misma acción.
Se implican mutuamente. No pueden vivir la una sin la
otra. Esto a nosotros nos lanza un mensaje interpelador: sin conversión no hay
“creer”.
Y digo que es un mensaje interpelador porque si nos
preguntan: ¿Crees? Diremos sííí. ¿Tienes fe? sííí. ¿Crees en Jesucristo? Sííí,
pero si nos preguntan ¿estás en proceso de conversión? ¿qué diremos?. Si nos
preguntan ¿vas avanzando en tu conversión? ¿qué diremos?
¡Sin conversión no hay “creer”! Situados aquí una buena
noticia y una mala. La buena: la conversión es un don, un regalo que Dios nos quiere
dar, que Dios está abocando. La “”mala”” pide nuestra implicación. Nos pide desear
la conversión
Nos pide presentar nuestra debilidad
Nos pide confiar en Él, esperar mucho de Él
Nos pide tratarlo, escucharlo, dialogar con Él.
Sin conversión no hay “creer”, pero si se dan las dos, entonces,
descubrimos la Buena Nueva de Dios.
b) Segunda idea, “Venid conmigo.... Inmediatamente dejaron las
redes y lo siguieron”. Oyen la llamada y dejan su medio de subsistencia, las
redes. ¡Dejan una cosa muy importante para ellos!
Esto es para nosotros una interpelación. Nosotros hoy
también hemos oído al Señor que nos llama “venid
conmigo”. ¿¿Pero qué dejaremos nosotros??
Pienso que tenemos poca capacidad de dejar cosas, pero
sabemos y estamos seguros que seguirlo comporta dejar algunas cosas. ¿Qué hemos
de dejar nosotros? Cada uno en la oración ha de formular esta pregunta a Jesús.
O mejor formulada: ¿Qué nos pide Jesús que dejemos para
seguirlo? No soy yo quien decide qué hace falta dejar es Jesús quien me ilumina
lo que tendré que dejar y me dará la gracia para hacerlo...
Hemos de dejar expresiones como “a mí me gusta... ” “yo
prefiero...” “yo soy así...” para vivir en Cristo, para morir en Cristo a tantas cosas, para una obertura
al Espíritu Santo... y esto es la Buena Nueva de Dios.
Este dejar cosas, que pueden ser no materiales, para
seguirlo tiene mucho que ver con lo que decíamos de la conversión. Podríamos llegar
a definir la conversión como la capacidad de dejar todo aquello que me separa
de Cristo y de los hermanos. Sin conversión no hay “creer”.
c) Tercera idea: ¿será una casualidad que los primeros discípulos que Jesús
llama en el evangelio de Marcos sean hermanos?, ¿será una casualidad? ¡¡No, no
hay casualidades!! Con esto, Jesús está haciendo presente que Jesús quiere
constituir una comunidad de hermanos.
Ayer, a mi grupo de kt-kolla les planteaba una dinámica sobre la fraternidad
y el compromiso. En un momento, les pedía la definición de fraternidad. Y lo dijeron
muy bien: considerar a los demás como hermanos tuyos. Y después les pedía que se
valorasen del 1 al 10 cómo vivían la fraternidad. La mayoría suspendimos.
La dinámica empezaba con una historia; el año 5588, unos alumnos de instituto
van al Museo de las Palabras Olvidadas, la primera palara olvidada era hambre y
la segunda pobreza. Los alumnos no sabían qué querían decir estas palabras, habían
caído en desuso, porque el año 5588, ya no había pobreza ni hambre. Al final
del recorrido por el museo, una chica pregunta cómo era posible que el homo
sapiens permitiera todo aquello, y la guía
le dice “la inteligencia, cuando no está
guiada por el amor y la compasión, puede llegar a provocar grandes maldades. Por
esto, nosotros hemos evolucionado y ahora somos... Homo frater (personas
fraternas, personas con corazón).”
Jesús nos llama a formar una comunidad de hermanos, y esto, también nos pide
conversión. Sin conversión, no hay “creer”.
Francesc Jordana
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