Domingo del Buen Pastor



¿Con esto qué nos está diciendo la liturgia? 
¿Qué nos está diciendo la Iglesia? 
Nos está diciendo: Jesús ha resucitado y, por tanto, ahora hace camino contigo, ahora está presente en tu vida. Jesús es el Buen Pastor que no nos abandona y nos conduce por los caminos de la tierra hacia la vida eterna.

Por esto hemos dicho en la Oración colecta: “...concédenos también la alegría eterna del reino de tus elegidos, para que así el débil rebaño de tu Hijo tenga parte en la admirable victoria de su Pastor. La tarea de Jesús como Buen Pastor es conducirnos hacia la vida eterna.

A veces, nos confundimos y más que hacerle hacer de Buen Pastor, queremos que Jesús sea un superhéroe que nos quite las dificultades y problemas de nuestra vida. Y ésta no es su labor. Fijaros qué decíamos en el salmo: “... Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo”. El Buen Pastor no nos evita los barrancos tenebrosos, pero, sí que nos acompaña “porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan”.
 
El lunes santo vimos el reportaje “Yo Creo”, en el centro Esbarjo, muy, muy bueno.
En este reportaje, hecho a partir de testimonios de diversas personas, hablaba la Clementina, una cocinera, y lo que yo decía hace un momento, ella lo explica mucho, mucho mejor: Este Jesús, las dificultades no te las quita, ni los problemas, ni la vejez, ni el dolor, ni nada, pero saber  que lo tienes a tu lado y que te ayuda a sobrellevarlo, es que te llena la vida, la vida es muy diferente. Qué bien que define la tarea del Buen Pastor.

En la misma línea el impresionante testimonio de Pilar Taché, que perdió su hija de 22 años en un accidente de coche: “Dios estaba allí en aquel momento”. “Dios nos ha acompañado ¡seguro!, desde llorar con nosotros, desde ver la oscuridad con nosotros, y desde ver que hay nuevos días y que podemos volver a disfrutar de la vida”. Buen Pastor que hace camino en los barrancos tenebrosos y nos lleva hacia la vida eterna.
Como decía antes... a veces, nos confundimos y más que hacerle hacer de Buen Pastor, queremos que Jesús sea un superhéroe que nos quite las dificultades de nuestra vida. Y puede hacerlo, pero no es su papel principal.

Descubrir este Buen Pastor es todo un trabajo, y como siempre, el poder hacerlo pasa por mantener una relación personal con Él, relación de doble dirección. “... el pastor... él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera,... camina delante de ellas”, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz”. Él conoce, lo conocen. Él va delante, lo siguen. ¡¡Apunta a relación personal!

La imagen del Buen Pastor queda reforzada por dos aspectos más que aparecen en este evangelio.

a)    La frase final “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Jesús viene para darnos vida, vida en abundancia, comunicada generosamente. Una de las frases que más repito de todo el evangelio, es ésta. ¡Me parece como una declaración de intenciones, para quitar dudas, pesares, mediocridades! “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”.

Cuánto bien nos haría rezar con esta frase corta, para que entre en el corazón, para que llegue a ser motivo de diálogo con Jesús, para que se convierta en certeza que guía nuestra vida.

Pienso que somos poco conscientes de todo esto, o que lo vivimos con poca fuerza, o que no nos lo acabamos de creer. Las palabras del escritor José Luis Martín Descalzo lo describen muy bien:”¿Cómo es posible que los herederos del gozo de la resurrección no lo lleven en sus rostros, en sus ojos?; ¿cómo es que cuando celebran sus Eucaristías, no salen de sus templos oleadas de alegría?; ¿cómo puede haber cristianos que dicen que se aburren de serlo?; ¿cómo hablan de que el Evangelio no les dice nada o que orar se les hace pesado,… ; dónde quedó su vocación de testigos de la resurrección?".

Dice  poéticamente el poeta converso Paul Claudel: La alegría es la primera y la última palabra del Evangelio”. Si no hay alegría, quiere decir que Jesús no es Buen Pastor en nuestra vida.

b) El segundo aspecto que refuerza la imagen del Buen Pastor, es cuando dice que es la puerta. Lo dice en dos sentidos, sólo explico uno: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará....” Por tanto, ¡Jesús se presenta como puerta de salvación! Lo que pasa es que las puertas se han de abrir: ¡abramos la puerta a Jesús!, ¡creámonos que es el Buen Pastor!, ¡tengamos la certeza que nos dará vida! Él es la puerta de la salvación.

Que todas las eucaristías se conviertan en puerta al encuentro personal e íntimo con Cristo.
Mossén Francesc Jordana

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