¿Será María?

 No sé, querido Adviento, no sé qué es lo que tienes que me pareces de lo más bello que hemos creado, tan tranquilo, tan susurrante, como un manantial discreto que, en silencio, va salpicando de verdor todo su entorno.
¿Será María?, sí, quizás sea ella. La mujer bendita y bendecida de Nazaret, la del anuncio insospechado que se convertiría en sospechoso, la del “sí, quiero”. 
María es una mujer MUY interesante, Adviento querido: con destino en Belén, preocupada por un Niño en el Templo de Jerusalén y desolada después por un Hombre en la misma ciudad; María y su “mindfulness” en las bodas de Caná, o su sentido comunitario con los discípulos… recibiendo, de nuevo la Ruah Santa. María, hija de Sión.
  Ante María, maestra, me inclino admirada, porque ella, que pronunció pocas palabras (aunque cantó las verdades sin temblor en la voz), en cambio gestó la Palabra; y lo hizo bien consciente, interpelando al ángel, dudando y sopesando, hasta que el corazón dio golpecitos de inteligencia a la mente y ambos se pusieron de acuerdo en el sí. María me enseña a ser generosa y entregarme hasta el cansancio, atravesando incomprensiones y murmuraciones. María me dice que ahora que ya estás aquí, Adviento, el corazón ha de ser grande para poder guardar en él todas las cosas en silencio.
Ni idea, Adviento, granujilla, no sé por qué me gustas tanto, si porque me invitas a soñar o porque me conminas a vivir despierta.
En fin, no le doy más vueltas, me gusta tu humilde presencia, tu duración mayor o menor dependiendo de lo que la Navidad necesite, tu ser anuncio de algo bueno, tu…, todo tú.
Y contigo… lo mejor está por llegar, querido Adviento.
Seguimos juntos, gracias por venir.
                                                                                   Trinitarias de Suesa

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