¡Jesús es Dios-con-nosotros!
Quisiera reflexionar con vosotros sobre la Navidad de Jesús, fiesta de
la confianza y de la esperanza, que supera las inseguridades y el
pesimismo. Y la razón de nuestra esperanza es esta: ¡Dios está con
nosotros y Dios se fía todavía de nosotros! Pensad bien en esto: ¡Dios
está con nosotros y se fía todavía de nosotros! Es generoso este Padre
Dios, ¿eh?
Dios viene a habitar con los hombres, elige la tierra como su morada
para estar junto al hombre y dejarse encontrar allí donde el hombre vive
sus días en la alegría y en el dolor. Por tanto, la tierra no es solo
“un valle de lágrimas”, sino el lugar donde Dios mismo ha puesto su
tienda, es el lugar del encuentro de Dios con el hombre, de la
solidaridad de Dios con los hombres.
Dios ha querido compartir nuestra condición humana hasta el punto de
hacerse una sola cosa con nosotros en la persona de Jesús, que es
verdadero hombre y verdadero Dios. Pero hay algo todavía más
sorprendente.
La presencia de Dios en medio de la humanidad no se ha
dado en un mundo ideal, idílico, sino en este mundo real, marcado por
cosas buenas y malas, por divisiones, maldad, pobreza, prepotencias y
guerras. Él ha elegido habitar en nuestra historia así como es, con todo
el peso de sus límites y de sus dramas. Haciendo así se ha demostrado
de forma insuperable su inclinación misericordiosa y llena de amor hacia
las criaturas humanas. Él es el Dios-con-nosotros, Jesús es
Dios-con-nosotros, ¿creéis esto vosotros? (¡Sí!) Hagamos juntos esta
confesión: ¡Todos! : ¡Jesús es Dios-con-nosotros. ¡Otra vez!: ¡Jesús es
Dios-con-nosotros!. Muy bien ¡Gracias!
Jesús es Dios-con-nosotros, desde siempre y por siempre está con
nosotros en los sufrimientos y en los dolores de la historia. La Navidad
de Jesús es la manifestación de que Dios se ha puesto del lado del
hombre “de una vez y para siempre”, para salvarnos, para levantarnos del
polvo de nuestras miserias, de nuestras dificultades, de nuestros
pecados.
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