¿A dónde iré?

 He recorrido caminos
que me prometieron llenos de rosas
para acabar con los pies sangrando
de tantas espinas encontradas.
He buscado con ansia y sed
los paraísos que me prometieron
y he visto con estos ojos
que todo era una mentira
tejida de olor a tristeza.
Me habían dicho que detrás de todos
los telones de acero
galopaba una sociedad nueva y justa
y solo he visto miseria
y tristeza acumulada de años.
Por último me dijeron
que prescindiendo de Dios
se evitaban todas las contiendas humanas,
y de pronto descubrí Auschwitz,
Archipiélago Gulag y Dachau,
heridos por un mundo sin Dios,
y tanto fue así que decidí,
como hijo pródigo, volver a casa
recordando lo que me decía mi madre:
“Hijo mío, como en la propia casa, en ningún sitio”
Y descubrí que mi Hogar eres Tú,
Jesús de Corazón abierto.
Aquí vivo feliz.
Amén.
Monseñor Francisco Cerro

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