Fiesta de Cristo Rey
Culmina el año litúrgico con esta Solemnidad donde contemplamos a Jesús crucificado Rey del universo. Es una paradoja que el título de Rey del universo vaya unido a la cruz, a la pasión, a una muerte humillante. Una paradoja que ilumina que los caminos de Dios no son los caminos de los hombres. Y por tanto, hemos de contemplarlo mucho a Jesús crucificado.
Una paradoja que nos ilumina el misterio de Dios, nos ayuda a conocer mejor a Dios. En Jesús crucificado la divinidad queda desfigurada, desposeída de tota gloria visible, pero la divinidad está presente y real. Decía el Papa Benedicto: “En Jesús crucificado se realiza la máxima revelación posible de Dios en este mundo, porque Dios es amor, y la muerte de Jesús en la cruz es el acto de amor más grande de toda la historia.”. La imagen más reveladora de quien y cómo es Dios es Cristo crucificado.
Creemos que Jesús es rey porqué precisamente ha llegado hasta este punto, nos ha amado hasta el extremo. Este es nuestro Rey, y nosotros sus súbditos, sus seguidores, nos sentimos interpelados por su manera de reinar. Su camino de amor, ha de ser nuestro camino, su camino de humillación, ha de ser nuestro camino, su camino de servicio, ha de ser nuestro camino.
Hoy me centraré en dos puntos: uno es la expresión “sálvate a ti mismo” y el otro el diálogo con el buen ladrón.
Tres veces le dicen a Jesús: “sálvate a ti mismo”. Y a mí esta expresión me hace pensar en el hombre de hoy. Pienso que el rasgo definitorio del hombre occidental es que cree tener la capacidad de salvarse a sí mismo: El hombre emancipado por fin de la tiranía de la religión, toma conciencia de su dignidad y se hace dueño y señor de su destino. Ahora ya no espera ninguna salvación que le venga de fuera o de más arriba; el hombre adulto se salva a sí mismo.
Todo esto viene de Marx, Freud o Feuerbach, cuando yo los leía detectaba un optimismo antropológico, una plena confianza en la razón humana, una conciencia de omnipotencia,..., y yo pensaba “qué ingenuidad”. La fallida de este planteamiento se hace evidente con las dos guerras mundiales que dejan más de sesenta millones de muertos. Y continúa ahora con un mundo cada vez más duro, más inhumano, más materialista, donde el bien del hombre no se tiene presente y esto va hiriendo al hombre (por eso el Papa habla de la iglesia como un hospital de campaña, para atender al hombre herido por la sociedad). Inconcebible que alguien que ha mirado el infierno que hemos creado los hombres con nuestro pecado pueda hablar de plena confianza en la razón humana... Inconcebible que alguien que se conozca así mismo un poco pueda creer en un optimismo antropológico.
Pero el mensaje continúa, aún hoy se nos dice “Sálvate a ti mismo”: “Sálvate a ti mismo con el último libro de autoayuda, sálvate contratando un coach, sálvate con una nueva terapia naturista, sálvate con unos nuevos masajes, sálvate con el yoga o el Pilates, sálvate con el consumo, consume y serás feliz.” O para los jóvenes: “Sálvate teniendo muchos amigos al Facebook, siendo muy popular”.
¡¡Sentimos cada día tantos gritos que van en esta dirección!! “sálvate tu mismo” “sálvate tu mismo”... Y nosotros con nuestra vida, con nuestras palabras lo hemos de decir bien fuerte: ¡sólo el amor salva!, ¡sólo Cristo salva! Solemnidad de Cristo Rey o Solemnidad del Amor Rey del universo, es lo mismo.
Sólo la fe sabe reconocer en el Jesús crucificado la revelación plena de Dios. Humanamente, la imagen repugna, causa escándalo, pero por la fe, allá vemos el amor, allá vemos la culminación de un proyecto de vida, de un proyecto de amor. A Cristo nos hemos de configurar, parecernos a Él.
Hoy se acaba el año de la fe, pidamos al Señor que nos dé más fe, para ver en el Mesías crucificado nuestro programa de vida, nuestra verdadera salvación.
Del diálogo impresionante entre Jesús y el buen ladrón destacar dos ideas breves:
. ¡Cuánta misericordia! Jesús a les puertas de la muerte, herido de muerte, con grandes dolores, aún tiene fuerzas para acoger, perdonar y mostrar misericordia. Nos hace mucho bien contemplar un Dios siempre dispuesto a acoger, a perdonar, a tirar de nosotros hacia la vida eterna. Es la experiencia básica de todo, experimentar que Dios me ama.
. El buen ladrón se encomienda a su realeza de Jesús “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Y lo hace no obstante que la divinidad de Jesús no es visible. El buen ladrón nos da una gran lección, cuántas veces, cuando las cosas no nos van bien, nos separamos de Dios. Pues, él en medio de sus tormentos, se abraza a Jesús y lo reconoce como Rey.
Bien mirado, es más lógica la reacción del otro ladrón, pero la fe, la fe, la fe del buen ladrón le lleva a acercarse a Jesús.
Que esta fiesta nos ayude a crecer en la fe.
Mossén Francesc Jordana
Una paradoja que nos ilumina el misterio de Dios, nos ayuda a conocer mejor a Dios. En Jesús crucificado la divinidad queda desfigurada, desposeída de tota gloria visible, pero la divinidad está presente y real. Decía el Papa Benedicto: “En Jesús crucificado se realiza la máxima revelación posible de Dios en este mundo, porque Dios es amor, y la muerte de Jesús en la cruz es el acto de amor más grande de toda la historia.”. La imagen más reveladora de quien y cómo es Dios es Cristo crucificado.
Creemos que Jesús es rey porqué precisamente ha llegado hasta este punto, nos ha amado hasta el extremo. Este es nuestro Rey, y nosotros sus súbditos, sus seguidores, nos sentimos interpelados por su manera de reinar. Su camino de amor, ha de ser nuestro camino, su camino de humillación, ha de ser nuestro camino, su camino de servicio, ha de ser nuestro camino.
Hoy me centraré en dos puntos: uno es la expresión “sálvate a ti mismo” y el otro el diálogo con el buen ladrón.
Tres veces le dicen a Jesús: “sálvate a ti mismo”. Y a mí esta expresión me hace pensar en el hombre de hoy. Pienso que el rasgo definitorio del hombre occidental es que cree tener la capacidad de salvarse a sí mismo: El hombre emancipado por fin de la tiranía de la religión, toma conciencia de su dignidad y se hace dueño y señor de su destino. Ahora ya no espera ninguna salvación que le venga de fuera o de más arriba; el hombre adulto se salva a sí mismo.
Pero el mensaje continúa, aún hoy se nos dice “Sálvate a ti mismo”: “Sálvate a ti mismo con el último libro de autoayuda, sálvate contratando un coach, sálvate con una nueva terapia naturista, sálvate con unos nuevos masajes, sálvate con el yoga o el Pilates, sálvate con el consumo, consume y serás feliz.” O para los jóvenes: “Sálvate teniendo muchos amigos al Facebook, siendo muy popular”.
¡¡Sentimos cada día tantos gritos que van en esta dirección!! “sálvate tu mismo” “sálvate tu mismo”... Y nosotros con nuestra vida, con nuestras palabras lo hemos de decir bien fuerte: ¡sólo el amor salva!, ¡sólo Cristo salva! Solemnidad de Cristo Rey o Solemnidad del Amor Rey del universo, es lo mismo.
Sólo la fe sabe reconocer en el Jesús crucificado la revelación plena de Dios. Humanamente, la imagen repugna, causa escándalo, pero por la fe, allá vemos el amor, allá vemos la culminación de un proyecto de vida, de un proyecto de amor. A Cristo nos hemos de configurar, parecernos a Él.
Hoy se acaba el año de la fe, pidamos al Señor que nos dé más fe, para ver en el Mesías crucificado nuestro programa de vida, nuestra verdadera salvación.
Del diálogo impresionante entre Jesús y el buen ladrón destacar dos ideas breves:
. ¡Cuánta misericordia! Jesús a les puertas de la muerte, herido de muerte, con grandes dolores, aún tiene fuerzas para acoger, perdonar y mostrar misericordia. Nos hace mucho bien contemplar un Dios siempre dispuesto a acoger, a perdonar, a tirar de nosotros hacia la vida eterna. Es la experiencia básica de todo, experimentar que Dios me ama.
. El buen ladrón se encomienda a su realeza de Jesús “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Y lo hace no obstante que la divinidad de Jesús no es visible. El buen ladrón nos da una gran lección, cuántas veces, cuando las cosas no nos van bien, nos separamos de Dios. Pues, él en medio de sus tormentos, se abraza a Jesús y lo reconoce como Rey.
Bien mirado, es más lógica la reacción del otro ladrón, pero la fe, la fe, la fe del buen ladrón le lleva a acercarse a Jesús.
Que esta fiesta nos ayude a crecer en la fe.
Mossén Francesc Jordana
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