Consagración del género humano al Sagrado Corazón de Cristo Rey
Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano,
míranos humildemente postrados delante de tu altar:
tuyos somos y tuyos queremos ser.
Y a fin de vivir más estrechamente unidos contigo,
todos y cada uno espontáneamente
nos consagramos en este día a tu Sacratísimo Corazón.
Muchos, por desgracia, jamás Te han conocido;
Muchos, por desgracia, jamás Te han conocido;
muchos, despreciando tus mandamientos,
Te han desechado.
Oh Jesús benignísimo,
compadécete de los unos y de los otros
y atráelos a todos a tu Corazón Santísimo.
Oh Señor, sé Rey, no sólo de los hijos fieles
Oh Señor, sé Rey, no sólo de los hijos fieles
que jamás se han alejado de Ti,
sino también de los pródigos que Te han abandonado;
haz que vuelvan pronto a la casa paterna,
porque no perezcan de hambre y de miseria.
Sé Rey de aquéllos que,
Sé Rey de aquéllos que,
por seducción del error o por espíritu de discordia,
viven separados de Ti:
devuélvelos al puerto de la verdad y la unidad de la fe,
para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo pastor.
Concede, oh Señor, integridad y libertad a tu Iglesia.
Concede, oh Señor, integridad y libertad a tu Iglesia.
Otorga a todos los pueblos la tranquilidad en el orden;
haz que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz:
«Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salvación.
A El se entonen cánticos de honor y de gloria, por los siglos de los siglos.»
(Pío XI)
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