¿TIENES DESEO DE CONVERSIÓN? VEN CONMIGO...
Dos mensajes claros y contundentes nos lanza hoy Jesús. ¿¿Cómo
los acogeremos?? ¿Qué resonancia tendrán en nosotros? Cada uno sabrá...
Primer mensaje de Jesús, hoy, para ti y para mí: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”. Primeras palabras públicas de Jesús en el evangelio de Mateo. Todos
los evangelistas cuidan mucho cuáles son las primeras palabras que ponen en
boca de Jesús.
¡¡“Conviértete”, expresión mil veces escuchada!! Que quiere
decir en el sentido originario, girarse, cambio de orientación, cambio de
sentido. Casi siempre se interpreta esta
expresión como cosas que he de cambiar, comportamientos, acciones, hacer las
cosas de otras maneras,... Pero, pienso que el sentido etimológico de la palabra,
también nos permite darle otro enfoque. Convertirse sería pasar de estar centrados
en las cosas exteriores a centrados en las cosas interiores. Convertirse sería
girarse hacia uno mismo, orientarse hacia nuestro interior, ¡porque allí mora
Dios!.
Nuestra cultura, con los medios de comunicación, móviles,
internet, está diseñada para que vivamos fuera de nosotros, llenos de ruidos, de
imágenes, y de deseos de cosas materiales, y contemplamos una explosión del egoísmo
como nunca antes habíamos visto: lo que me importa es que yo esté
bien.
El
Papa Francisco en Laudato Si dice que
la causa última de todo el problema ecológico es que falta la fraternidad (no me
importa el otro, mientras yo esté bien).
El
estar centrado en cosas exteriores, el deseo de bienes materiales, nos acaba
haciendo egoístas. La conversión será pasar de las cosas exteriores a nuestro mundo
interior. Descubrir que miro demasiado fuera, y poco dentro de mí mismo. Esto me
despersonaliza, me deshumaniza. La verdadera felicidad la encontraremos desde dentro,
nunca fuera de nosotros. ¿Dónde estamos buscando la felicidad, fuera o dentro?
Por esto, nos hace falta la conversión.
Una
pregunta: ¿el último mes, cuántas veces en tu oración has entrado en contacto con el Dios
que habita en ti? ¡Sí, Dios habita en nosotros! ¡Sí, somos templos del Dios uno
y trino! Entonces, cómo puede ser que no hayas entrado en contacto con el Dios
que te habita.
En nuestra
oración tendrían que haber como dos momentos diferentes, o dos maneras diferentes
de hacer oración.
Momento 1, o manera 1: La oración que es diálogo con
Jesús, o meditación de las escenas del evangelio. Es una oración discursiva.
Momento 2, o manera 2: oración contemplativa, ya no hay
discurso, ya no hay ideas, no hay
reflexión, no hay pensamientos. Lo que hay es encontrarnos con Dios que nos
habita. ¡¡Entrar en nuestro interior!! Apartar ideas, reflexiones, y encontrar
a Dios.
Dice Santa Isabel de la Trinidad: “He hallado mi cielo en
la tierra, pues el cielo es Dios y Dios está en mi alma. El día que comprendí
esta verdad todo se iluminó en mi.”
Somos uno con Dios. Como el sarmiento es uno, con la vid.
Lo diremos después en el prefacio: “en ti
somos, vivimos y existimos”. La estación final de nuestro viaje al interior
es esta contemplación: Dios en nosotros.
Y el segundo mensaje de Jesús, hoy para ti y para mí, es:
“Venid y seguidme”. Al poner la llamada
de los discípulos en un contexto de llamada a la conversión, Mateo nos está diciendo
una cosa importantísima: ¡cuando hay deseo de conversión puede haber seguimiento
del Cristo! Si no hay deseo de conversión no hay seguimiento. La conversión y
el seguimiento de Jesús son dos caras de la misma moneda. Si hay conversión hay
seguimiento. Si hay seguimiento (real), hay conversión.
Acabo con las palabras que Jesús nos dirige hoy a cada
uno de nosotros: conviértete y ven conmigo...
Francesc Jordana
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