LUZ Y ALEGRIA


   "Queridos hermanos y hermanas: En esta primera Audiencia del nuevo año quisiera detenerme a considerar dos temas propios de este tiempo litúrgico natalicio. 
   El primero es la alegría, que nace del asombro del corazón al contemplar la extraordinaria acción de Dios que se hace niño. La teología y la espiritualidad de la Navidad hablan de este misterio como de un admirable intercambio entre Dios y el hombre: el Verbo asume nuestra humanidad y la naturaleza humana, por su parte, es elevada a la dignidad divina.  



   En la Eucaristía se hace presente de modo real este asombroso intercambio. En ella, el Señor se entrega a sí mismo como nuestro alimento, para que recibiendo su cuerpo y su sangre participemos en su vida divina y llevemos una existencia de auténticos hijos de Dios. 
   
   Otro aspecto característico de la Navidad es la luz. La venida de Cristo rasga las tinieblas del mundo, llena la noche santa de un resplandor celeste y difunde sobre el rostro de los hombres el esplendor de Dios Padre.
   En estos días santos, se nos invita a dejar que Cristo ilumine la mente y el corazón con la luz de su nacimiento, para que mediante el testimonio de nuestra vida la difundamos por todo el mundo.

   Deseo a todos que en este tiempo de Navidad os detengáis a contemplar este Misterio de Dios que se hace hombre en la humildad y pobreza, y que lo acojáis en vuestros corazones viviendo de su misma vida y manifestando a los demás la alegría, la novedad y la luz que su nacimiento ha traído a nuestra existencia y al mundo entero. Felices Fiestas".

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