CREER EN EL AMOR


La conversación era ésta:
 -“A mí Dios no me ama.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Que a mí Dios no puede amarme. Soy un desastre.
-¿Desastre, dices?
-Sí, sí. Tengo tantas deficiencias…, pecados que no llego a…
  Le digo que sí y en seguida fallo y caigo…
-¡Algo así nos pasa a todos!
-No. Dios no puede amar tanta miseria”.


Es extraño, pero es así:
No llegamos a creer en el Amor que Dios nos tiene personalmente.
Y esto nos hace daño. Mucho daño espiritual.
En el fondo: creemos más en los propios pecados, fallos y defectos
que en el Amor personal de Dios: Amor único e irrepetible.
¿Cómo es que no me doy cuenta del error?
Me equivoco. Me engaño. Hago mal cuando pienso más en mí que en Él. Cuando creo más en mi fragilidad que en el Amor siempre cuidadoso y generoso de Dios a mí.


Dios nos ama a cada uno como si, para Él, sólo existiera cada uno.
Dios se desvive por cada uno. ¡Y de qué manera!


P.  Gregorio, cpcr

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