Confianza en los jóvenes

 
   Como mis diocesanos seguramente ya saben, he dedicado mi última carta pastoral a los jóvenes cristianos. Su título es “Pastoral Juvenil y Pastoral Vocacional a la luz de las Jornadas Mundiales de la Juventud”. En la conclusión del documento, señalo tres elementos fundamentales que vienen a ser como el resumen final.
·        En primer lugar, conocer y acompañar a los jóvenes en su vida, que es un camino de peregrinación, dialogar con ellos y confiar en ellos. Deseo destacar la importancia de confiar en ellos. Es una actitud que me parece fundamental para una buena acción pastoral entre los jóvenes.
·        En segundo lugar, responder a sus inquietudes, planteándoles un ideal de altura, de perfección, propiciando el encuentro con Cristo, la única Persona que saciará su sed de infinito, el único ideal de llenará de plenitud sus vidas.
·        En tercer lugar, ayudarles a comprometer sus vidas con generosidad a través del camino que Dios les indique, ya sea el sacerdocio, el diaconado, la consagración a Dios en la vida religiosa o el matrimonio. Que sean generosos a la llamada del Señor, como María, nuestra Madre y Maestra en la vida cristiana.        
     La confianza que hemos de otorgar a nuestros jóvenes cristianos no es una actitud de carácter voluntarista, una actitud impuesta para merecer su confianza. Esta sería una actitud interesada y falsa que a la larga no podría dar frutos. Nuestra confianza en los jóvenes se ha de fundamentar en sus valores, en especial en su madurez y en lo que ellos aportan a la vivencia personal y comunitaria del Evangelio y de la fe.
   Pondré como ejemplo un hecho que he tenido ocasión de vivir de cerca como responsable, durante unos años de la Pastoral de la Juventud en la Conferencia Episcopal Española. Las JMJs, como es sabido, las inició el beato Juan Pablo II y las presidió hasta unos meses antes de la que iba a tener lugar en Colonia en agosto de 2005. Esta JMJ ya la tuvo que presidir el Papa Benedicto XVI, en el que fue su primer viaje fuera de Italia. La reacción de los jóvenes era una incógnita: ¿cómo reaccionarían ante un Papa con una personalidad tan distinta de la del Papa polaco?


   Recuerdo que al comienzo de la JMJ de Colonia, me preguntaron si los jóvenes, acostumbrados al carisma de Juan Pablo II, conectarían con el nuevo Pontífice o tal vez se produciría un retroceso. Al final, respondí de esta manera: “Si me permiten una imagen, diría que Juan Pablo II era como un viento impetuoso y Benedicto XVI se asemeja más a una brisa suave. Son personalidades muy distintas. Ahora bien, los jóvenes que admiraban, conectaban y amaban a Juan Pablo II, ahora admiran, conectan y aman a Benedicto XVI”.


   Y así ha sucedido. Hemos comprobado que a los jóvenes, más allá de la persona concreta, les importa sobre todo lo que ésta representa, su misión y función como principio de comunión en la Iglesia, como sucesor de Pedro y pastor supremo de la Iglesia universal. Y así hemos podido comprobar que los jóvenes son más profundos y maduros en la fe de lo que a veces se piensa, y a la vez nos dan ejemplo de sentido eclesial. Son razones para que les otorguemos nuestra confianza. Ellos son el futuro. Un futuro que también guiará el Espíritu Santo, enviado por Jesús a su Iglesia de todos los tiempos.  

+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa

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