CÁNTARO VACIO



   María es el cántaro vacío abierto a la vida que brota del corazón de Dios Trino. Es el remolino que nos conduce en la fuerza de su amor a lo más profundo del corazón de Dios. 
María es apertura a lo divino, al Eterno. Ella es el cántaro vacío, la vela que se enciende desde arriba.  La mujer vacía de sí misma. De sus egoísmos y orgullos.
   María no dice «Sí, quiero» a la voluntad de Dios, como el  «sí» de aquel que se siente fuerte y poderoso, y se entrega alegre en el seguimiento de Dios. 
   María, por el contrario, se siente la esclava del Señor. En el sí de María se encarna el deseo de Dios de que el hombre se haga dócil a su Palabra. 
   Es un sí sencillo y humilde que abre su corazón de niña y permite que la Trinidad haga allí su morada. 
   En su corazón se experimenta hija, llena de gracia, amada sin igual por un Dios que se abaja para buscarla. 
   El otro día leía: «Si se aprende a consultar y a escuchar en cualquier cosa a María, Ella se convierte de verdad para nosotros en maestra inigualable en los caminos de  Dios, maestra que enseña interiormente, sin el ruido de las palabras». Se convierte en maestra para la vida. Ella está libre de pecado, es intacta en su corazón puro, y quiere devolvernos esa mirada inocente y pura. En Ella podemos limpiar el cántaro de nuestra alma para que habite en ella el Dios Trino. La contemplamos como hijos enamorados y soñamos con llegar a poseer una mirada pura, inocente e ingenua como la suya, una mirada abierta a lo divino y dispuesta a acoger la voluntad de Dios cada día.

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