QUE TODOS SEAN UNO
Comenzamos la Semana de oración por la unidad de los cristianos,
que se concluirá el viernes próximo, 25 de enero, fiesta de la
Conversión del apóstol san Pablo.
Los cristianos de las diferentes
Iglesias y comunidades eclesiales se unen en estos días en una
invocación común para pedir al Señor Jesús el restablecimiento de la
unidad plena entre todos sus discípulos.
Es una súplica concorde, hecha con una sola alma y un
solo corazón, respondiendo al anhelo mismo del Redentor, que en la
última Cena se dirigió al Padre con estas palabras: "No ruego sólo por
estos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán
en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que
ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has
enviado" (Jn 17, 20-21). Al pedir la gracia de la unidad, los
cristianos se unen a la oración misma de Cristo y se comprometen a obrar
activamente para que toda la humanidad lo acoja y lo reconozca como al
único Pastor y Señor, y de este modo pueda experimentar la alegría de su
amor.
La oración
por la unidad de los cristianos no es, por supuesto, una iniciativa del siglo
XX: los cristianos nunca han dejado de orar, de muchas maneras, por su
reconciliación. Pero fue en 1908, en Estados Unidos, cuando esta oración tomó
la forma particular que conocemos hoy, la de una "octava" entre el 18
de enero (que era la fiesta de la Cátedra de Pedro en Roma) y el 25 de enero
(la fiesta de la conversión de San Pablo). Su "inventor" es Paul
Wattson, un sacerdote episcopaliano que acababa de establecer una comunidad
religiosa franciscana dentro de la Iglesia Anglicana en América.
La unidad
cristiana, tal como la concibió Paul Wattson, en realidad significaba la unidad
en torno a la Sede Romana. A mediados de los años 30, cuando la oración por la
unidad entre el 18 y el 25 de enero comenzó a difundirse en la Iglesia Católica
y en las comunidades anglicanas a favor de la unión con Roma, fue el Padre Paul
Couturier de Lyon quien le dio un nuevo impulso: manteniendo las mismas fechas,
el sacerdote de Lyon optó por hablar de una Semana de Oración; y sobre todo le
asignó un nuevo objetivo: orar por la unidad "como Cristo la quiere, con
los medios que Él quiere".
Fue durante
un retiro en el monasterio de los monjes de la Unión en Amay-sur-Meuse, hoy en
Chevetogne (Bélgica), que el Abbé Couturier tuvo la idea de retomar el
Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos. A su regreso de Amay,
Paul Couturier organizó un triduo, del 20 al 22 de enero de 1933, en la iglesia
de San Francisco de Sales, en Lyon. El Triduo se convirtió al año siguiente en
el "Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos" y luego en
la "Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos" del 18 al 25
de enero. Instó a varios monasterios a unirse a este movimiento de oración por
la unidad, oraciones convergentes que emanan de varios lugares en la misma
época del año. Se imaginó el "monasterio invisible".
El movimiento de la Semana de Oración por la
Unidad de los Cristianos adquirió rápidamente una dimensión interdenominacional
e internacional.
Desde 1968 los
temas para esta semana son elaborados conjuntamente por la Comisión «Fe y
Constitución» del Consejo Mundial de Iglesias y el Pontificio Consejo para la
Unidad de los Cristianos.
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