NO ES ESTA MIRADA LA QUE TODOS PERSEGUIMOS??


 Este lunes preguntaba a los niños de catequesis de primero, que me dijeran preguntas que hacían a sus padres sobre religión, y que a sus padres les costara de contestar. Porque a partir de estas preguntas haré una pequeña charla a los padres de catequesis. La primera pregunta que me expusieron los niños fue: ¿Cómo es Dios?

Es una gran pregunta, que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿cómo es Dios? Imaginarnos su majestad, su inmensidad, su inmaterialidad, se nos hace a todos muy difícil.

Hoy la primera lectura, el libro de la Sabiduría, nos presenta el camino inverso. En lugar de pensar ¿cómo es Dios? Se plantea ¿qué es el mundo entero ante Dios? Fijaros que dice: “Señor, el mundo entero es ante ti… como gota de rocío mañanero sobre la tierra”. ¡¡Genial!! Ante Dios... el mundo... un salpicadura de rocío que cae a tierra por la mañana.

Es una expresión poética. Porque hay cosas que no las podemos conceptualizar, y, entonces, es necesario que hablen los poetas. Por esto, los místicos acaban siendo poetas.
Pasemos al evangelio de hoy, tan rico y sugerente. Zaqueo sube a un árbol para a ver a Jesús. “…trataba de ver quién era Jesús… Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí”.

¿Dónde está tu árbol para ver Jesús? No vale cualquier árbol. Han de ser árboles donde Jesús pase cerca. No vale no subir al árbol y quedarse sin ver nada... ¿Dónde está tu árbol para ver Jesús? ¿O tus árboles? Porque Jesús se acerca a nosotros de diversas maneras...

La Iglesia en estos dos mil años ha ido elaborando un mapa de donde están estos árboles: los pobres, los sacramentos, el evangelio, la comunidad, la Iglesia... cuando subimos a estos árboles conseguimos ver a Jesús… ¿Cuáles son tus árboles? ¿Te permiten de verdad, ver a Jesús?

“Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos…”. ¿Es posible que exista una mirada capaz de cambiar la vida de una persona, de darle la vuelta? Es aquella mirada que mira el fondo de las personas, su santuario interior, y no lo profana. Que ve personas, historias, heridas, donde otros ven defectos e imperfecciones. Una mirada que acompaña con la paciencia cálida de una caricia, con la ternura. Que seduce, porque no busca seducir, que convence porque no busca convencer. Que desnuda, porque ella misma va desnuda.. Una mirada que serena, que sana...

¿No es esta mirada la que todos perseguimos? También los que no están aquí. Pues, en Jesús encontrarán esta mirada, procuremos acercarlos a Él, que mira como nunca nadie ha mirado antes. ¿No es esta...?

“Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa”. Jesús le llama por su nombre, ya no forma parte de la multitud, es uno ante Jesús. Y Jesús le ofrece un encuentro, tener un encuentro. Esta frase, Jesús hoy, y cada día, nos la dice a nosotros: “Ana, Pedro, Toni,... hoy me quiero quedar en tu casa”. “Me quiero quedar en tu casa”. Es una frase que tiene fuerza, es clara y concreta. Es una frase muy evocadora, manifiesta un deseo de Jesús de relación. Es una frase muy teológica, es Jesús quien tiene la iniciativa,... No soy yo que me esfuerzo por dialogar con Dios, es Dios quien se esfuerza en dialogar conmigo. Al final Jesús dice: “Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar…” ¡¡Él  nos busca!! ¡¡Qué bonito!!

Quizás, nuestra oración sería diferente si empezáramos haciéndonos presente esta frase: “Es necesario que hoy me quede en tu casa”.


Jesús dice “date prisa y baja”. Jesús tiene prisa por entrar en nuestra casa, por entrar en nuestro corazón. Él llama a la puerta de nuestro corazón... pero, recuerda: ¡has de estar en el árbol!

Francesc Jordana









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