Gestos pequeños
Contemplamos
hoy como Jesús ve un gesto pequeño, escondido, que pasa desapercibido. Y eso es
una buena noticia para nosotros. Jesús continúa hoy viendo nuestros gestos pequeños,
escondidos, que pasan desapercibidos. No hacemos las cosas como los maestros de
la Ley, que tan bien definía Jesús, preocupados en que (“les encanta pasearse con amplio ropaje”… “les hagan reverencias en la
plaza,… buscan los asientos de honor,... los primeros puestos en los banquetes...”).
No es esta nuestra motivación. Hacemos las cosas por Dios. También aquello que
no verá nadie, lo hacemos por Dios. Como dice Jesús mismo: “Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. (Mt 6,4)
Por
tanto, este mirar de Jesús los gestos pequeños, para nosotros tiene mucha
importancia. Nos indica un camino: hacer mucho bien y con mucho amor lo que hemos
de hacer, “Jesús nos ve”. Y nos indica una espiritualidad: la de la
santificación en la vida ordinaria.
En la
primera lectura, el protagonista no era el gran profeta Elías, sino una viuda
de Sarepta. Y en el evangelio, el protagonista no es Jesús, cosa rara, sino una
viuda. Jesús interpreta su gesto, pero, el foco queda puesto sobre ella. Hoy ponemos
el foco sobre dos viudas.
Dos
viudas que dan todo lo que tienen, que no se quedan nada. La viuda de Sarepta, vacía
toda su orza de harina y vacía todo el aceite de la alcuza. Y de la viuda del evangelio,
dice Jesús que “ha echado todo lo que
tenía para vivir”.
¿Son muy
generosas? ¿son inconscientes? ¿son imprudentes?. Yo pienso que su gesto nace
de la confianza en Dios. Lo dan todo porque confían en Dios, su confianza está
puesta en Dios.
Y la suya,
no es una confianza abstracta, teórica, idealizada... sino que es una confianza
en que Dios actúa.
¿Os
pensáis que a la viuda del evangelio, después de dar todo lo que tenía para vivir
murió de hambre? ¿le faltó comida en
casa?... yo pienso que no... Dios provee, Dios providente. El Cottolengo vive
de la providencia. El Cenáculo, que tenemos en la parroquia de Fogars, vive de
la providencia. El Cenáculo son unos jóvenes que se rehabilitan de su dependencia
de las drogas a partir de la oración y del trabajo. Con un tanto por ciento de
éxito mucho mayor que los de Proyecto Hombre.
A nosotros,
todo el discurso del Dios que actúa, del Dios providente, nos cuesta. En cambio,
la confianza en Dios,
parece el gran grito de Jesús a lo largo de su vida: ¡¡confiad en Dios!! ¡En el
Padre providente! En el evangelio de Juan Jesús, lo llega a expresar: “Confiad en Dios, confiad también en mi”.
(Jn 14.1)
¿Confiamos en Dios? ¿en Dios que
actúa? ¿en Dios que provee?. “La prueba del algodón...”. Una cosa concreta en
la que te hayas abandonado en Dios, donde hayas dicho “Él lo hará”, “Él proveerá”,
“Él actuará”, te hayas abandonado...
Siguiendo la misma línea. Y esta
última idea va para los que van a por nota... El saco de harina tuvo que vaciarse
todo, la jarra de aceite tuvo que vaciarse toda, la viuda del evangelio se quedó
sin nada, totalmente vaciada. Es preciso vaciarse para llenarse. Sólo entonces,
Dios los puede llenar, sino se vacían no hay espacio. No podemos encontrar Dios
mientras el bote y la jarra estén llenos a verter, sino cuando han quedado vacíos,
y falta hasta aquello que necesitan para
vivir. ¿De qué te has de vaciar?
Si a Dios le damos de lo que nos
sobra (el tiempo que me sobra, la limosna que me sobra,...) Dios acaba sobrando.
Con el ejemplo de las dos viudas, Dios nos pide de lo que necesitamos..., (el tiempo
que necesitas, el dinero que necesitas,...) pero, Dios no sólo quiere que le demos
lo que necesitamos, sino Dios quiere que le demos todo lo que necesitamos....
Esto es un proceso, un camino …
Tantas cosas que no le queremos
dar... pues, ¡¡Dios las quiere todas!! Y cuando entramos en este camino, Dios se
convierte en todo para nosotros...
Que cada uno pida luz y haga lo
que pueda...
Francesc Jordana
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