A María en este Adviento
“Enséñame, María, en este Adviento a anhelar,
a velar, a guardar, a mirar hacia dentro sin despistarme.
Porque me despisto.
Ayúdame a caminar, como tú.
Tú llevas a Dios sin
decirlo.
Eso me conmueve.
Ojalá me pareciese un poco a ti.
Llevas a Dios en tu paz, en tu ternura,
Llevas a Dios en tu paz, en tu ternura,
en tu misericordia, en la luz de tus
ojos,
en eso que tienes tú de estar preocupada por los detalles más
humanos,
de acoger con tu mirada limpia,
de descentrarte por el otro.
Tu sí de Nazaret...
Tu sí de Nazaret...
¡Cuántos síes salieron de tus labios, de tu alma!
Ahora, tú y José no veis más que el hoy, como yo, pero confiáis.
Ya vendrá otro paso y Dios os marcará
ese trozo de camino con sus huellas y os dará luz.
Ayúdame a ser así, a dar mi sí para el paso de hoy
Ayúdame a ser así, a dar mi sí para el paso de hoy
y confiar en que para el de mañana Tú vas a estar conmigo, Señor.
Sí al hoy.
Sí a este paso”.
En este Adviento queremos aprender de nuevo a caminar. Sin prisas. En
silencio. Desconectados un poco. Conectados profundamente con Dios. Un
paso primero, después el otro. Así el camino se hará más llano. Veremos
más lejos. Confiaremos con más fuerza. Así, como los niños. Que saben
que alguien los espera para iluminar su camino cada día.
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