El Dr. Guardiet y el P. Vallet
Algunos pueden pensar que exagerábamos cuando deciamos hace unos días hablando del Dr. Guardiet, párroco de Rubí, y martir que será beatificado el domingo, que fue un gran amigo del P. Vallet.
El P. José Mª Fernández- Cueto me compartía este escrito del que será beato en el cual, no sólo él mismo testimonia de la estima del P. vallet, sino más aún de la Obra por él lanzada en Cataluña, de a que fue fiel colaborador. Este escrito nos preparará a su beatificación.
He vuelto de Balaguer. He pasado unos días en Balaguer. Vuelvo de allá chiflado por la magna obra de valor incalculable de los Ejercicios Espirituales. El haber cooperado a ella ayudando miserablemente al que es su apóstol, el Padre Vallet, es para mí la gloria más grande que puedo ostentar en mi labor apostólica realizada en mi vida sacerdotal, que cuenta ya, poco menos de un cuarto de siglo.
Hasta ahora había estudiado la Obra magna de los Ejercicios en repetidas visitas a la casa de Sarriá durante las tandas allí dadas; la había estudiado en los sorprendentes efectos obtenidos por la bondad divina en varios de mis feligreses; la había estudiado practicando los Ejercicios en una tanda; ahora la he estudiado tomando parte activa en ellos, atreviéndome a ser codirector de una de las grandes tandas dadas últimamente en Balaguer.
Hasta ahora había estudiado la Obra magna de los Ejercicios en repetidas visitas a la casa de Sarriá durante las tandas allí dadas; la había estudiado en los sorprendentes efectos obtenidos por la bondad divina en varios de mis feligreses; la había estudiado practicando los Ejercicios en una tanda; ahora la he estudiado tomando parte activa en ellos, atreviéndome a ser codirector de una de las grandes tandas dadas últimamente en Balaguer.
Difícil es decir las maravillas que en Balaguer he visto.
He visto a ciento diez hombres, ¡ciento diez! de todas edades, de diferente posición social, de poblaciones distintas; de grandes ciudades, de pueblos, también habitantes del campo, sacerdotes, médicos, abogados, maestros, propietarios, comerciantes, industriales, obreros... conviviendo durante unos días acogidos a la sombra santa de la devotísima y milagrosa imagen del Santo Cristo de Balaguer, buscando solamente la verdad y la bondad de Dios.
He visto a ciento diez hombres, ¡ciento diez! de todas edades, de diferente posición social, de poblaciones distintas; de grandes ciudades, de pueblos, también habitantes del campo, sacerdotes, médicos, abogados, maestros, propietarios, comerciantes, industriales, obreros... conviviendo durante unos días acogidos a la sombra santa de la devotísima y milagrosa imagen del Santo Cristo de Balaguer, buscando solamente la verdad y la bondad de Dios.
He visto a caballeros distinguidísimos de la ciudad de Balaguer empleando su tiempo y energías en procurar preparar habitación para tantos ejercitantes, trabajando como obreros en el transporte de camas, en el arreglo de las habitaciones, en la limpieza y ordenación de todo.
He visto a las señoras y señoritas balaguerinas viniendo cada día en consoladora comisión a hacer las camas de los ejercitantes, repasar las cosas todas de las habitaciones y disponer el comedor.
He visto al mismo señor Obispo de Urgel, nuestro amigo el Dr. Guitart, sirviendo a la mesa los viernes con una servilleta colgada al brazo como un vulgar camarero, cambiando los platos, sirviendo los manjares... y ayudado en esta caritativa y ejemplar labor, como de otros tantos camareros, por Padres Franciscanos y Escolapios y por los sacerdotes seculares de Balaguer.
He visto a las señoras y señoritas balaguerinas viniendo cada día en consoladora comisión a hacer las camas de los ejercitantes, repasar las cosas todas de las habitaciones y disponer el comedor.
He visto al mismo señor Obispo de Urgel, nuestro amigo el Dr. Guitart, sirviendo a la mesa los viernes con una servilleta colgada al brazo como un vulgar camarero, cambiando los platos, sirviendo los manjares... y ayudado en esta caritativa y ejemplar labor, como de otros tantos camareros, por Padres Franciscanos y Escolapios y por los sacerdotes seculares de Balaguer.
He visto cómo en los demás días los ejercitantes de anteriores tandas se ofrecían gustosísimos para servir a sus hermanos, notándose cómo se consideraban honrados al poderse dedicar a tal ocupación.
He visto lágrimas de emocíón honda en los ojos de personas de carrera, de gentes de posición y de personas sencillas, he visto la atención ferviente con que han estado escuchando durante unas seis horas diarias las conferencias que se les daban; he visto señales inequívocas de convencimiento, muestras de piedad y de sacrificio.
He visto la transformación total del espíritu de muchos ejercitantes, llegados algunos a Balaguer en estado de frialdad y aun de apartamiento de la religión; salidos todos con persuasión plena y aun con el ardoroso celo de un apóstol.
He visto perfeccionada la cultura cívica de los reunidos, vuelto a la vida su amor al hogar, pacificando el orden social y restableciendo el respeto a la jerarquía.
He visto lágrimas de emocíón honda en los ojos de personas de carrera, de gentes de posición y de personas sencillas, he visto la atención ferviente con que han estado escuchando durante unas seis horas diarias las conferencias que se les daban; he visto señales inequívocas de convencimiento, muestras de piedad y de sacrificio.
He visto la transformación total del espíritu de muchos ejercitantes, llegados algunos a Balaguer en estado de frialdad y aun de apartamiento de la religión; salidos todos con persuasión plena y aun con el ardoroso celo de un apóstol.
He visto perfeccionada la cultura cívica de los reunidos, vuelto a la vida su amor al hogar, pacificando el orden social y restableciendo el respeto a la jerarquía.
Ultimos Ejercicios del dr Guardiet con el P. Vallet antes de su martirio |
Tantas cosas he visto... He visto al P. Vallet descendiendo hasta el más mínimo detalle de organización... He visto a más de un centenar de hombres apesadumbrados por no haber logrado cabida en la última tanda y esperando con ansia la venidera; he visto la gracia de Dios descender de manera visible; he visto a Jesús buscando hombres, encontrando hombres, transformando hombres...
Aquí tenéís, amados feligreses, una expansión de mi espíritu que no podía acallar. No nos resta sino rogar a Dios fervorosamente pidiéndole la continuación de la Obra magna de los Ejercicios Espirituales, y a los hombres de buena voluntad que sepan aprovecharse de ella.
Aquí tenéís, amados feligreses, una expansión de mi espíritu que no podía acallar. No nos resta sino rogar a Dios fervorosamente pidiéndole la continuación de la Obra magna de los Ejercicios Espirituales, y a los hombres de buena voluntad que sepan aprovecharse de ella.
Dr. José Guardiet, Pbro., Párroco de Rubí.
Rubí, 22 de febrero de 1925.
Rubí, 22 de febrero de 1925.
A continuación un fragment de la película del embarque del P. Vallet a Uruguay, donde se ve muy bien al Dr Guardiet solicitándo su atención por detrás
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