LETANIAS DE LA HUMILDAD

 
¡Oh Jesús! Manso y Humilde de Corazón, escúchame:
del deseo de ser reconocido, líbrame Señor 
del deseo de ser estimado, líbrame Señor 
del deseo de ser amado, líbrame Señor 
del deseo de ser ensalzado, ....
del deseo de ser alabado, ...
del deseo de ser preferido, .....
del deseo de ser consultado, 
del deseo de ser aprobado, 
del deseo de quedar bien, 
del deseo de recibir honores, 

del temor de ser criticado, líbrame Señor
del temor de ser juzgado, líbrame Señor 
del temor de ser atacado, líbrame Señor 
del temor de ser humillado, ...
del temor de ser despreciado, ...
del temor de ser señalado, 
del temor de perder la fama, 
del temor de ser reprendido, 
del temor de ser calumniado,
del temor de ser olvidado, 
del temor de ser ridiculizado, 
del temor de la injusticia, 
del temor de ser sospechado,

Jesús, concédeme la gracia de desear:
-que los demás sean más amados que yo,
-que los demás sean más estimados que yo,
-que en la opinión del mundo, 
otros sean engrandecidos y yo humillado,
-que los demás sean preferidos 
y yo abandonado,
-que los demás sean alabados 
y yo menospreciado,
-que los demás sean elegidos 
en vez de mí en todo,
-que los demás sean más santos que yo, 
siendo que yo me santifique debidamente.

Oh Maria, Madre de los humildes, ruega por mí.
Oh José, protector de los humildes, ruega por mi.
San Miguel Arcangel que fuiste el primero en abatir el orgullo de Satán, ruega por mí.
Oh justos todos santificados especialmente por el espíritu de humildad, rogad por mí.
Oh Jesús, cuya primera lección fue esta "aprended de mí que soy manso y humilde de Corazón", enséñame a ser manso y paciente como tu.
 
Su Eminencia, el Cardenal Merry del Val, acostumbraba rezar estas Letanías diariamente, después de celebrar la Santa Misa.

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