TRABAJA CON DIOS


El hombre es un organismo maravilloso, por cuanto es capaz, con la ayuda de Dios, de llevar a cabo las obras más santas; pero es a la vez lo más pobre y necesitado que hay, ya que sin el auxilio divino no puede concebir siquiera el pensamiento de lo bueno. Por dicha nuestra, Dios a querido salir fiador de nuestra salvación, por lo que jamás podremos bendecirle como se merece, pero no quiere salvarnos sin nosotros y, por consiguiente, debemos unir nuestra acción a la suya con celo tanto mayor cuanto sin El nada podemos.

Nuestra santificación, nuestra salvación misma es, pues, obra de entrambos; para ella se precisan necesariamente la acción de Dios y nuestra cooperación, el acuerdo incesante de la voluntad divina y de la nuestra. El que trabaja con Dios aprovecha a cada instante; quien prescinde de El cae, o se fatiga en estéril agitación. Es pues de importancia suma no obrar sino unidos con Dios, y esto, todos los días y a cada momento, así en nuestras menores acciones como en cualquier circunstancia, porque sin esta íntima colaboración se pierde el trabajo y el tiempo.


¡Cuantas obras, llenas en apariencia, quedarán vacías por solo este motivo! Por no haberlas hecho en unión con Dios, a pesar del trabajo que nos costaron, se desvanecerán ante la luz de la eternidad como sueño que se nos va así que despertamos.

El Santo Abandono (Dom Vital Lehodey)
Abad de la abadía cisterciense de Nuestra Sra. de Gracía


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