Llamados a ser santos

Hoy celebramos que el cielo está lleno de santos, hay millones y millones de santos. “Una multitud incontable”. Hoy es la festividad de todos los santos que no tienen un día oficial de celebración. Hoy es la festividad de familiares vuestros que ya están en el cielo. Y dentro de unos años esperamos que esta sea nuestra celebración. Es una fiesta muy pascual, muy gozosa.


Esta fiesta nos hace mucho bien porque nos ayuda a entender mejor la santidad. Porque, quizás, hemos entendido, o tenemos en el inconsciente, que la santidad está relacionada con fenómenos extraordinarios. Cuando hablamos de un santo ¿qué acostumbramos a destacar? Los fenómenos extraordinarios. No es buena esta identificación, porque nos hace ver la santidad como un objetivo inalcanzable, una cosa más bien para gente especial.

¡¡Y esta fiesta nos recuerda que no!! Que el cielo está lleno de santos, de santos normales y corrientes, sin ninguna clase de fenómenos extraordinarios, y que de ninguna manera pueden ser considerados santos de segunda categoría. Esto es una fuente de alegría: el cielo está lleno de gente normal, que han sido santos. Y también es motivador: si tantos y tantas han podido, también nosotros podremos ser santos.

Esta fiesta nos ayuda a ver los santos como personas muy humanas. A veces, nos los imaginamos demasiado serios, demasiado estirados, demasiado rígidos,... y ¡¡no!! Los santos fueron muy humanos. Los santos no niegan su humanidad, sino todo lo contrario, llevan a plenitud aquello que es verdaderamente humano. ¡Nada más verdaderamente humano que la capacidad para amar! ¡El santo es el que ama! 

Esta fiesta nos ha de ayudar a acercar a nosotros la idea de la santidad. Verla como un objetivo alcanzable, deseable, y, por tanto, que aparezca en nuestra oración con toda normalidad... “Jesús ayúdame a ser santo... dame la gracia para serlo... para hacer camino... para avanzar... ayúdame a ver los obstáculos que hay en mi vida para serlo... quiero ser santo... ¡santifícame!” “Que rece como un santo, que evangelice como un santo, que ame como un santo, que perdone como un santo”.

¿Aparece en nuestro diálogo con Jesús la palabra “santo” o “santidad”?. No. ¡Pues, ya tenemos una tarea para los próximos días!

El hecho de que seamos llamados por Dios a ser santos también es una alegría.

Alegría porque si Dios nos llama, quiere decir que es posible serlo. ¡Dios no pide imposibles!

Alegría porque quiere decir que Dios confía en que somos capaces de serlo. Cuando alguien te dice: “¡confío en ti!” “¡lo puedes hacer!” “¡eres capaz!”... ¡sentir esto nos alegra, nos motiva, nos anima! Pues, Dios en esta festividad de Todos los Santos, nos lo dice: “¡confío en que seas santo!”, “¡lo puedes hacer!” “¡eres capaz!”.

Alegría, y esta es el fundamento de todas las otras, porque Dios nos quiere dar las gracias para ser santos. Si nos ha dado a su Hijo ¿qué no nos dará? Todo aquello que necesitamos para ser santos nos lo concederá, por esto, nos acercamos a las fuentes de salvación para recibir de Él aquello que nos da la vida.

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