EL VOLVERÁ

  

Estamos ya en las postrimerías del año litúrgico, y como pasa en estas fechas, leemos un evangelio con fuerte contenido escatológico y apocalíptico, que nos hacen mirar al final de la historia.

En la tradición judía, el género apocalíptico, es el estilo literario para referirse a las grandes intervenciones de Dios en la historia de la Humanidad. Por tanto, es un estilo literario, que no nos hemos de coger al pie de la letra, en su sentido más literal.

Lo que Jesús deja claro con sus palabras son tres cosas:
1.  Él volverá.
2.  Esto no es inminente, “el fin no será enseguida”.
3.  Con sus palabras, Jesús quiere dar coraje y fuerza para vivir su seguimiento ante las pruebas y dificultades.
Lo primero que hace Jesús, es constatar que habrá dificultades por el hecho de llevar su nombre: “Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. …Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre”. 

Todo esto nos pasa por ¡¡llevar su nombre...!! Dos veces lo ha repetido Jesús. Ser cristiano comporta persecución, traición, asesinatos, odio, por causa de su nombre.

Que Jesús nos hable, ahora y aquí a nosotros de esta manera, nos ha de llevar a que las pequeñas persecuciones que podemos vivir no nos escandalicen, no nos sorprendan. Jesús ya nos lo avisó, que no nos hagan retroceder, que no nos hagan perder la fe, que no nos hagan bajar la cabeza, que no nos cohíban. No estamos de moda, no estamos bien vistos, no somos “popus” (como dicen los jóvenes), no somos populares. ¡¡No pasa nada!!

¡¡No pasa nada!! ¡¡Porque Él está!! ¡Porque Él está con nosotros! porque Él actúa y nos apoya y nos da esperanza y consuelo.




Fijaros que dice Jesús: “Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. …Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.

¡¡Él está y Él nos apoyará!! y si lo tenemos a Él con nosotros, ¿de qué hemos de tener miedo? Aquello que dicen: “Dios y yo, mayoría absoluta”.

Pero, no podemos negar que el ambiente nos afecta, y afecta a la manera que tenemos de llevar su nombre:

Podemos llevar su nombre como quien lleva un vestido. El vestido es algo que me pongo y me quito según el día y según las conveniencias.

Lo podemos llevar escrito en la mano, como quien se apunta algo que no quiere olvidar. Nos ha marcado en un momento dado, por una experiencia fuerte, pero, después de lavarnos las manos dos o tres veces, la tinta poco a poco va desapareciendo.

Lo podemos llevar escrito en un papel que guardamos en el bolsillo. Nadie más sabe que lo llevo, es un nombre escrito para mí solo, y a nadie le ha de importar. Mi fe es cosa mía, yo creo a mi manera.


¿Cómo llevamos su nombre? En el corazón. El hábitat natural de Jesús es nuestro corazón. Hagamos unos momentos de silencio y abramos el corazón a Jesús... 

Francesc Jordana 



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