¿Qué valores plantamos y trabajamos en las familias?
Después de contemplar el misterio de la encarnación, de Dios hecho hombre,
de Dios que se nos da, y que reclama ser acogido. Hoy contemplamos a Jesús formando
parte de una familia. Lo que Jesús llegará a ser. Lo que Jesús hará, dirá... Su
comportamiento, sus actitudes, las opciones preferenciales, se empiezan a
pastar en esta familia, la Sagrada Familia. Su capacidad de compadecerse, su
misericordia, no aparecen de una manera repentina, cuando empieza su vida
pública, sino que se van desarrollando poco a poco, gracias a sus padres, gracias
al hogar donde crece. Jesús cien por cien hombre crece en virtudes “al modo
humano”.
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿¿Qué valores plantamos y trabajamos en las
familias?? Es necesario preguntárnoslo. Porqué los buenos valores no se improvisan.
“Vamos haciendo”... ¡NO! Hoy en día o trabajamos sistemáticamente, ordenadamente
los valores a los hogares o estos valores no cuajarán.
Pongo un ejemplo de un modo de hacerlo: Los padres deciden qué valor trabajarán
los próximos quince días o un mes. Por ejemplo: la obediencia. Se hace una reunión con el hijo o hijos para hablar de este valor:
• Le preguntan al hijo/nieta
(lo podéis hacer los abuelos), cómo entiende este valor y que explique cómo le parece
que él está viviendo este valor.
• Después los padres
explican cómo lo entienden ellos y cómo les parece que lo está viviendo. Y le
ponen ejemplos de lo que dicen. Si hace falta, le ponen alguna especie de tarea,
objetivo, a cumplir.
• Quince días después
se hace una reunión de revisión. Es preciso siempre destacar lo que hagan bien,
sino puede quedar una conversación siempre con un tono negativo. Y según el esfuerzo
del niño, hasta se le puede dar un premio por cómo ha vivido el valor. Y si ha ido
bien se pasa a hablar de otro valor.
Esto es educar. “Ir haciendo” no es educar. Porqué no se hace esto que he
dicho. Porqué los padres tienen tendencia a hacer lo que sus padres han hecho con
ellos. A reproducir lo que han recibido. Pero, el momento actual pide un
planteamiento mucho más ordenado y trabajado.
El Papa Benedicto XVI decía que hay una emergencia educativa. Decía que tenemos
un problema con la incapacidad de educar que hay socialmente (escuela y familia).
Y que es necesario encontrar nuevos caminos educacionales.
Y todo lo que decimos de los valores es aplicable a la dimensión de la fe. ¡¡O
se trabaja o la semilla de la fe no crece!!
Hay otro camino muy bonito para educar, que es sacar enseñanzas de las cosas
que pasan, de las grandes cosas y de las pequeñas. Volvemos a la Sagrada Familia.
Los acontecimientos por los cuales pasan van
marcando y enriqueciendo su modo de ser. Son acontecimientos que Dios utilizará
para configurar a la Sagrada Familia, para darle forma. Acontecimientos como:
• El nacimiento de Jesús (más de cien quilómetros de Nazaret
a Belén, acaban en un pesebre porqué no hay lugar en el hostal).
• Y
la huída a Egipto y la estancia allá durante unos cuantos años. Inmigrantes en
una tierra extranjera. Nueva cultura, nuevo idioma, sin conocidos, como inmigrantes
en una tierra extranjera. Llegan con una mano delante y una detrás, sin nada.
• Vida
en Nazaret, pequeño pueblo, haciendo José de carpintero, oficio de personas sencillas.
Todo esto les ha configurado como familia, y como personas. Han recibido solidaridad, compasión,
misericordia. Y de todo esto han sacado enseñanzas para su hijo.
Las críticas de Jesús a las riquezas. La opción preferencial por los pobres
y excluidos. Hace más feliz dar que recibir. Su llamada al desprendimiento. Su
estilo de viuda austero. Todo esto se ha pastado en el hogar familiar.
Y esta fiesta nos presenta la Sagrada Familia como modelo para nuestros hogares.
¡Mirémosla y contemplémosla!
Pidamos al Señor que mirando la familia de Nazaret, nos dejemos interpelar
por su pobreza y su solidaridad.
Francesc Jordana
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