MODELO DEL ADVIENTO


    MARÍA es el personaje principal del Adviento. Modelo de las actitudes propias del Adviento: la confianza en la Palabra de Dios, que cumple sus promesas, y la disponibilidad para acoger al Señor que viene.
    “Nadie habría imaginado nunca que el Mesías pudiese nacer de una joven humilde como era María, prometida del justo José. Ni siquiera ella lo habría pensado nunca, pero en su corazón la espera del Salvador era tan grande, su fe y su esperanza eran tan ardientes, que él pudo encontrar en ella una madre digna.
    Por lo demás, Dios mismo la había preparado, antes de los siglos. Hay una misteriosa correspondencia entre la espera de Dios y la de María, la criatura «llena de gracia», totalmente transparente al designio de amor del Altísimo. Aprendamos de ella, Mujer del Adviento, a vivir los gestos cotidianos con un espíritu nuevo, con el sentimiento de una espera profunda, que sólo la venida de Dios puede colmar”. Benedicto XVI

    De hecho, en las misas de Adviento, María está presente en los textos bíblicos y en las oraciones, subrayando el paralelismo Adán-Cristo y Eva-María, muy común en los Santos Padres
    Las actitudes de María se convierten en el modelo que los cristianos deben seguir para vivir el Adviento: su fe, su silencio, su oración, su alabanza agradecida al Padre, su disponibilidad a la voluntad de Dios y al servicio.  
    Las fiestas de la Inmaculada, de Nuestra Señora de Guadalupe y de Nuestra Señora de la Esperanza, celebradas en el corazón de este tiempo litúrgico, subrayan aún más la relación de María con el Adviento.
    Vivamos este adviento íntimamente unidos a María. Es la Virgen Madre quien acompaña en el seno del Adviento  el nacimiento del Verbo, como acompaña en el seno de Pentecostés el nacimiento de la Iglesia.
    A ella confiamos el retiro de senoras que tiene lugar hoy en nuestra casa.

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