ES UNA EXPERIENCIA UNICA

No cabe ninguna duda: en la Iglesia, existen muchos medios y todos excelentes, -en la casa de mi Padre hay muchas moradas, aseguró el Señor-, para activar la auténtica vida cristiana. Ninguno sobra ni es descartable. Todos han de ser valorados. Todos deseados, como el Santo Espíritu los quiere, los impulsa y regala a la Iglesia.
Es cierto que no todos son, por igual, válidos para todos. Pero si hay una experiencia que favorezca el encuentro con Jesucristo y su seguimiento, la autenticidad evangélica, la madurez cristiana y la honda alegría de la entrega, es la de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Si se realizan con alguna duración suficiente es una experiencia espiritual única.
Que es experiencia única lo ha demostrado la incontable lista de apóstoles y santos, cristianos convertidos y entregados, que de ellos han surgido en su larga y probada historia. Dicen que son más que letras tiene el venerable y áureo librito.
Es experiencia única porque los Ejercicios introducen al ejercitante en el proyecto fascinante de Dios con el hombre y todo su mundo, querido y amado por Dios.
Es experiencia única porque los Ejercicios favorecen el encuentro personal consigo mismo según ese proyecto amoroso de Dios, y reconocerse limitado y pecador perdonado y nunca abandonado, porque entrañablemente querido por Dios y por Él buscado, recuperado y relanzado.
Es experiencia única porque los Ejercicios liberan el corazón humano de las extrañas y cotidianas adherencias que le impiden ser libre de verdad, vivir en la verdad y del todo disponible al querer de Dios y al servicio fraterno.
Es experiencia única porque ayudan a conocer el Corazón de Cristo de manera íntima, de corazón a corazón. Y por la contemplación de su persona y vida, quedar uno seducido por el Señor, sus criterios y amores: enardecido de amor y queriendo vivir con Él y como Él. Es más, ahí y así el ejercitante cae en la cuenta del sueño personal que Dios sueña para él, y quiere hacerlo suyo porque es su felicidad.
Es experiencia única porque los Ejercicios lanzan a la vida, a la propia casa y a las propias cosas, con la capacidad interior de descubrir a Dios en todo, y “en todo amar y servir”.
Quien aspira a ese “alto grado” de la vida cristiana ordinaria que es la santidad en la vida cotidiana (Juan Pablo II), desea, quiere y se dispone a participar de tan excelente escuela de discipulado y/o transitar por este camino de transformación, que son los Ejercicios Espirituales de san Ignacio.
No lo dudes, 2011 es la oportunidad.

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P. Gregorio Rodríguez, cpcr

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