Celebración de la Santa Cruz
El 14 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de
la Santa Cruz. Una persona no cristiana podría preguntarse, ¿por qué
"exaltar" la cruz? Podemos responder que nosotros no exaltamos una cruz
cualquiera, o todas las cruces: exaltamos la Cruz de Jesús, porque en
ella se ha revelado al máximo el amor de Dios por la humanidad. Es esto
lo que nos recuerda el Evangelio de Juan en la liturgia de hoy: "Dios ha
amado tanto al mundo que ha dado a su Hijo primogénito". El Padre ha
"dado" al Hijo para salvarnos, y esto ha llevado a Jesús a la muerte, y
una muerte de cruz. ¿Por qué? ¿Por qué ha sido necesaria la Cruz? Por la
gravedad del mal que nos tenía esclavos. La Cruz de Jesús expresa las
dos cosas: toda la fuerza negativa del mal, y toda la mansa omnipotencia
de la misericordia de Dios.
La Cruz parece decretar el fracaso de
Jesús, pero en realidad marca su victoria. En el Calvario, los que se
burlaban de él decían: "Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz". Pero
la verdad era lo contrario: precisamente porque era el Hijo de Dios,
Jesús estaba allí, en la cruz, fiel hasta el final en el diseño de amor
del Padre. Y precisamente por esto Dios ha "exaltado" a Jesús,
concediéndole un reinado universal. Por tanto, ¿qué vemos cuando
dirigimos la mirada a la Cruz donde Jesús ha sido clavado? Contemplamos
el signo del amor infinito de Dios por cada uno de nosotros y la raíz de
nuestra salvación. De esa Cruz viene la misericordia del Padre que
abraza al mundo entero. Por medio de la Cruz de Cristo fue vencido el
maligno, fue vencida la muerte, nos ha donado la vida, restituido la
esperanza.
Esto es importante, por medio de la Cruz de Cristo se ha
restituido la esperanza ¡La Cruz de Jesús es nuestra única y verdadera
esperanza! Por esto la Iglesia "exalta" la santa Cruz, y por eso los
cristianos bendecimos con el signo de la cruz. Es decir, nosotros no
exaltamos la cruz, sino la Cruz gloriosa de Jesús, signo del amor
inmenso de Dios, signo de nuestra salvación y camino hacia la
Resurrección. Y esta es nuestra esperanza.
Mientras contemplamos y celebramos la santa Cruz, pensamos con
conmoción en muchos de nuestros hermanos y hermanas que son perseguidos y
asesinados por su fidelidad a Cristo. Esto sucede especialmente allí
donde la libertad religiosa todavía no es garantizada o plenamente
realizada. Sucede también en países y ambientes que en principio se
tutela la libertad y los derechos humanos, pero donde concretamente los
creyentes, y especialmente los cristianos, encuentran limitaciones y
discriminaciones. Por eso hoy les recordamos y rezamos por ellos.
En el Calvario, a los pies de la cruz, estaba la Virgen María. Es la
Virgen Dolorosa, que mañana celebramos en la liturgia. A Ella confío el
presente y el futuro de la Iglesia, para que todos sepamos siempre
descubrir y acoger el mensaje de amor y de salvación de la Cruz de
Jesús.
Papa Francisco
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