Fe, obra y cruz
Unas lecturas muy ricas y sugerentes. Expongo dos ideas que sintetizo en “Fe
y obras”, y “cruz”.
Fe y obras: La segunda lectura nos reclama una coherencia entre fe y obras.
Y pone un ejemplo: “Supongamos que un
hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de
vosotros les dice: <Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago>, y no
les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve?”. Es un ejemplo, podría
haber puesto otro. Es un texto que reclama
coherencia entre lo que dices y lo que haces. Pues, la carta de Santiago
reclama una coherencia entre la fe y las obras. “Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. “¿De
qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es
que esa fe lo podrá salvar?”.
Se nos habla de una fe que ha de entrar en la vida, que se ha de traducir
en la vida, que se ha de hacer vida. Hemos de empezar diciendo que este paso,
de la fe a la vida no es fácil.
Tenemos un gran peligro: es muy fácil que la fe acabe siendo unas ideas que
tengo en la cabeza y en algún ritual que hago de vez en cuando.
Cuánto bien nos hace en la oración de la mañana, preguntarnos: “¿Hoy cómo se
manifestará mi fe?, ¿con qué obras se manifestará que tengo fe?”.
En la relación con el marido/esposa, ¿cómo se manifestará mi fe? ¿Seguiremos
criticándonos, discutiendo, señalando lo que ha hecho mal? ¿Le negaremos la palabra?
¿No aceptaremos su manera de ser? Preguntémonos: ¿Qué manifestación provocará mi fe en la relación con mi marido/esposa? Así
estamos construyendo un puente, fe y vida.
No os parece que si cada mañana en la oración, uno se pregunta ¿Hoy cómo se
manifestará mi fe? La fe se acaba manifestando más claramente.
Invita cada mañana a que Dios entre en tu vida, en aquello que harás en
aquel día. Yo, esto lo hago de dos maneras, un poco infantiles. La primera: me imagino
a Jesús en ciertos espacios. Y, entonces, cuando a lo largo del día, voy a
aquel espacio, recuerdo que Jesús está presente. La segunda: me imagino a Jesús
especialmente presente en una persona (me lo
acostumbro a imaginar en personas difíciles, que me cuestan). Y, entonces,
cuando me encuentro aquella persona, en ella veo a Cristo.
Hoy has quedado con amigas/amigos para hacer el café, imagínate a Jesús sentado
en una silla con vosotros, te será imposible criticar y murmurar de los demás.
Te encontrarás con aquella persona que te hizo daño, pero, ves en ella a
Cristo. ¡¡Cómo cambia el tono!!
Coherencia entre la fe (las enseñanzas de Jesús) y las obras. También se
podría hacer un discurso sobre qué obras reclama nuestra fe ante el drama de los
refugiados, pero la semana pasada ya hablamos. ¡¡Coherencia!!
Esta necesaria coherencia se puede ver iluminada por la frase de Jesús de
hoy: “Mirad, el que quiera salvar su vida
la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el evangelio la salvará”.
Despiértate preguntándote ¿cómo puedo hoy perder, dar, la vida por Jesús y por el
Evangelio? Así harás un puente fe y vida.
La segunda palabra es “cruz”. Hay “cruces” en nuestra vida. En la vida de
todos. En la primera lectura hemos oído: “me
apaleaban”, “mesaban mi barba”, “ultrajes y salivazos”. Y en el evangelio,
Jesús habla de “padecer mucho”, “ser
condenado”, “ser ejecutado”. Dos consideraciones respecto “las cruces”:
a) Dios no envía cruces. Dios no envía pruebas. A veces, todos lo hemos oído:
“Es la cruz que Dios me ha enviado” o “Dios te envía esta prueba, Dios te está
probando”. Perdonad, pero no me puedo imaginar un Dios, que es Padre, que va
enviando pruebas a sus hijos, a ver si las superan. Y si la superan, otra prueba
más difícil.
¿Dios quiere, envía la prueba, que un marido quede viudo con cincuenta y
ocho años? ¿Dios quiere, envía la prueba, de que tu hijo haga dos años que está
en el paro? ¿Dios quiere, envía la prueba, del cáncer a los padres que están en
la sección de oncología de un hospital infantil? ¿Dios quiere, envía la prueba,
de que tengas depresión?
Si es así, ¡yo me hago ateo de este Dios! Un Dios que va enviando obstáculos
y marrones a tu vida, es un Dios que no enamora demasiado... ¿no? Todos los
marrones vienen o del mal uso de nuestra libertad o de la vida (somos mortales,
hay enfermedades, hay paro,...), la vida es así.
b) Segunda consideración: ¿Dónde queda el Dios providente? ¿Dónde queda el
Dios que nos ama? Fijaros lo que dice Isaías en medio de las cruces:”El Señor me abrió el oído”, “El Señor me
ayuda”, “Tengo cerca a mi defensor”. ¡¡Qué emocionante!! ¡¡Casi hace llorar!!
En medio de la cruz, Dios está, para ayudarte, para darte fuerzas, para que la
cruz sirva para crecer, para madurar, para amar más... Dios habla y comunica
tanto en las cruces!!.
Esto es lo
que quiere decir Jesús cuando nos dice “que
cargue con su cruz y me siga”. La tendencia natural quejarnos a Dios, la
tendencia sobrenatural, de fe, coger la cruz, vivirla desde Jesús (el Buen Pastor)
y seguir a Jesús. Entonces, hay coherencia, fe y obras
Francesc Jordana
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