CAMBIAR LA MIRADA
Hace unas semanas
salí a pasear una noche por la ciudad. Sin comerlo ni beberlo me
encontré en el medio de una plaza en la que un montón de inmigrantes se
estaban preparando para pasar la noche al raso.
Al atravesar la plaza,
me crucé con una anciana que tiraba de un carrito de la compra camino
de su casa. Pocos metros detrás de ella, vi a dos inmigrantes africanos
que parecían seguirla. Entonces me di la vuelta y desde la distancia
empecé a mirar, sospechando que estos dos inmigrantes quisieran robarle
el carro o la cartera. Sin embargo no fue así, sino que lo que hicieron
cuando llegaron donde estaba la anciana, fue ayudarle a subir el carrito
por unas escaleras que llevaban a su casa. Así que sentí una sorpresa
muy agradable, que rápidamente cambió en vergüenza por la sospecha y los
prejuicios que había proyectado automáticamente hacia esas dos
personas.
Entonces me di cuenta de que en la vida, la mayoría
de las veces miramos a las personas con una mirada que no nos descubre
lo que son, sino lo que según nuestros esquemas deberían ser. Di gracias
porque Dios mira a cada uno de un modo diferente al que miramos
nosotros. Y me di cuenta de lo necesario que es cambiar la mirada, para
que poco a poco sea más humana, por ser más parecida a la de Dios.
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