¡FELIZ PASCUA!

 En medio de la tiniebla aparece una luz. Es la luz de Cristo. Cristo es la luz. Y ante de su luz, las tinieblas retroceden... Se ha hecho la luz, la luz vence la oscuridad.
 “Cristo ayer y hoy, Principio y Fin, Alfa y Omega. Suyo es el tiempo. Y la eternidad. A Él la gloria y el poder. Por los siglos de los siglos. Amén.”
 ¡Impresionante!. Nos hace bien considerar estas palabras para profundizar la conciencia de a quien estamos siguiendo.
 Cristo se ha hecho presente en la oscuridad, en  nuestras oscuridades, y desde ellas nos ha dicho “ven y sígueme”.

Y siguiendo a Cristo, representado en el cirio pascual, hemos entrado en la iglesia. Es Cristo quien ha fundado la Iglesia, es Cristo quien nos introduce en la Iglesia. Cuanto más unidos a Cristo, más unidos a la Iglesia.
En la Vigilia Pascual, justo al entrar, dentro de la Iglesia, hemos recibido la luz. La Iglesia nos comunica esta luz. Hemos de amar mucho la Iglesia que nos comunica a Cristo. Y esta luz que llevábamos era un signo de la presencia de Cristo resucitado en nosotros.
Al encender el Cirio Pascual decimos: “Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu”. Esta es nuestra experiencia, Cristo ha disipado nuestras tinieblas, por esto estamos aquí. Estamos aquí porqué hemos experimentado que Cristo es luz para nuestra vida.
Y una vez recibida la luz nos la hemos pasado de unos a otros. Porqué cuando experimentamos a Cristo como luz, como vida, nos damos cuenta que esto lo hemos de comunicar.  No nos quedamos la luz para nosotros solos. Sería un acto de egoísmo si viendo a gente que nos rodea, que caminan a oscuras, nosotros no compartiéramos nuestra luz. Seríamos egoístas... La luz la compartimos...


Hemos de dar muchas gracias a Dios por Jesucristo. Jesucristo es el gran regalo de Dios a la Humanidad. Por esto, al inicio de todos los prefacios damos gracias al Padre por Jesucristo.
“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado.

Y ahora la Iglesia nos ofrece cincuenta días para resucitar con Cristo. Aún hay tinieblas en nuestra vida y tenemos cincuenta días para poder resucitar con Cristo, participar de su victoria sobre el pecado y la muerte.
Francesc Jordana

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