Consagración a San José


Nada es por casualidad.
Tras la muerte de Juan Pablo II algunas de nosotras CPCR, inocentemente (ya sabeis algunos lo que son las monjas) compartimos un deseo común: que el nuevo Papa se llamara José, en honor del patrón universal de la Iglesia. Y se llamó José, no como Papa pero sí llevaba dicho nombre de pila.
Esta vez ni lo uno ni lo otro,pero ¿será pura casualidad que la Misa de consagración del nuevo Papa sea en esta fecha? ¿Y de un Papa que se ha carazterizado en estos pocos días por la sencillez, la humildad, la cercanía? Un Papa que en su escudo pontificio se manifiesta mariano.
San José patrono universal de la Iglesia, guía los pasos del Cuerpo místico de Cristo, como guió y cuidó los pasos del Cristo, Hijo de Dios vivo que le fue confiado.
A él consagramos esta nueva etapa de la Iglesia, el nuevo Santo Padre y su ministerio, la nueva evangelización de nuestro mundo a la que todos (no sólo el sucesor de Pedro) estamos llamados.
Que él suscite nuevos evangelizadores laicos y sacerdotes, misioneros y religiosos, para que al fin "el mundo crea", crea en ese Amor Misericordioso que sólo puede renovar la faz de la tierra, que sólo puede dar la verdadera felicidad a los hombres de este mundo, tan sedientos de ella.
 Oh san José, el PADRE te escogió para confiarte a su Hijo 
y a Aquélla que había de ser su Madre; 
el HIJO, para entregarse a ti y confiarte a su Madre como Esposa; 
y el ESPIRITU SANTO, para llenarte de su presencia, 
entregar en tus manos el Fruto que 
en las entrañas de María produjo milagrosamente, 
y confiarte a su Esposa virginal y purísima.
Por eso, con una confianza sin límites, me consagro a ti, 
oh san José, entregando en tus manos todo lo que me pertenece, 
para alcanzar una más perfecta consagración a Jesús y María.
En este día de tu fiesta, 
te consagramos también nuestra Congregación 
y su porvenir, sus casas y trabajos.
Que tu Corazón, tan noble y grande, 
perfecta imagen y ardiente reflejo 
de los de Jesús y María Santísima, 
sea con los suyos la medida de nuestra caridad,
 la fuente de nuestra humildad, 
el modelo de nuestra modestia y pureza, 
de nuestra compasión hacia el prójimo y de todas las virtudes.
Nos encomendamos a ti, oh san José, 
dulcísimo Padre nuestro, a fin de que, 
en tu gran misericordia, intercedas por nosotros
ante la Santísima Trinidad. Amén.
Sacado del diario espiritual del P. Vallet

 

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