TOCA LAS PUERTAS DE LA ALEGRÍA
“Tú, que quieres dar tu vida a causa de Cristo y del
Evangelio (Mc 10,29 y Mt 16,25), has de saber que, incluso en tu propia noche,
avanzas con Él hacia la luz.
Así, renunciando a mirar hacia atrás (Lc 9,62), camina tras
las huellas de Cristo Jesús. Él te conduce por un camino de luz: “Yo soy”, pero
también: “Vosotros sois la luz del mundo” (Jn 8, 12 y Mt 5,14).
Querrías allanar para muchos otros los caminos de Cristo, el
Señor (Mc 1,3), encender un fuego incluso en las noches de la Humanidad (Lc 12,
49).
Sabes que Jesús, el Cristo, ha venido para todos (Tit 2, 11)
y no solo para unos pocos; resucitado, está presente en cada ser humano, sin
excepción. Dios ha depositado en ti esa catolicidad de corazón.
¿Dejarás crecer en ti una vida interior que no conozca ni
comienzo ni fin? Ahí tocas las puertas de la alegría del evangelio en ella
hunden sus raíces las solidaridades humanas.
Hacer de la tierra un lugar habitable par todos, cerca o
lejos: he ahí una de las bellas páginas de evangelio que puedes escribir con tu
vida.
El olvido de ti mismo, la gratuidad, te permiten mantenerte
en el corazón de las situaciones de la familia humana, con sus continuos flujos
y reflujos. ¿Intentarás comprender sin dejarte arrastrar por oleadas sucesivas?
Con casi nada, eres creador de reconciliación en ese
misterio de comunión que es la Iglesia.
Estimulado por la convivencia fraternal, alégrate, ya no
estás solo, avanzas en todo con tus hermanos. Con ellos estás llamado a
construir la parábola de la comunidad.
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