Un don que el Señor me regala cada año

  Esta semana hemos estado gozosas de acoger como cada año a nuestros seminaristas de Terrassa.
  Les ha predicado los Ejercicios Mossén Joan Esquerda Bifet, asesor espiritual del seminario, y han participado también a estos días de gracia Mossén Emili Marlés, vice-rector y Mossén Oriol Pallás, director espiritual. 
   Hoy presidió la Eucaristia de clausura Mons. Salvador Cristau, Bisbe Auxiliar y Rector del Seminario, quien también participó en la comida fraterna final.  
  Agradecmos a dos de estos seminaristas el haber compartir con nosotros qué suponen para ellos estos días:
  "Los Ejercicios suponen para mí una gracia especial, un don que el Señor me regala cada año. Esta semana especial me ilumina durante todo el curso.
  Además cada año el Señor me hace ver un aspecto
diferente a tener en cuenta o purificar de mi personalidad para ir asemejando cada vez más al Buen Pastor.
  Creo que estos días de desconexión del mundo y máxima conexión con Dios son imprescindibles en nuestra vida de seminaristas y cómo no, cuando seamos sacerdotes.
  Aprender a discernir qué quiere el Señor de cada uno y llevarlo a cabo, cumplir su voluntad, es esencial en la vida de todo cristiano.
  Como decía San Ignacio: 'dadme vuestro amor y gracia sólo ellos me bastan'" 
Eduardo Pire, 4º de Teología

   "Hacer los Ejercicios Espirituales es navegar 'mar adentro', 'duc in altum'.
  No sabemos qué aventuras podemos encontrar, lo único seguro es nuestro destino final: el encuentro con Cristo.
  El nos guía con su Espíritu ya que conoce como nosotros las fatigas, el dolor, las alegrías, y las luchas.
  Aspectos humanos nos acompañan en estos días de Ejercicios. Sin temor los acogemos para transformarlos en donación, sin complejos, de corazón a corazón.
  Sin temor y sin complejos debemos afrontar lo que surja porque el Señor nos vacía de nosotros para llenarnos de su amor.
  Es la única manera de encontrar tan anhelado puerto. En nuestra propia debilidad Jesús nos espera, nos espera en nuestras coordenadas.
  Pero dicho encuentro no se da necesariamente en hechos extraordinarios sino en signos humildes y sencillos. En cada palabra del Evangelio están los latidos del Señor.
  Así los Ejercicios se convierten en tiempo de gracia para aprender en la intimidad de nuestra oración, junto a la Eucaristía, las mismas expresiones de los enamorados:
 '¡Te quiero Jesús, te quiero!"
Andrés Ramírez

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